Día del Inmigrante: África en Argentina
Día del Inmigrante: África en Argentina

Día del Inmigrante: África en Argentina

Diversidad Cultural
Efemérides
Se celebra el 4 de septiembre desde que se lo estableció mediante el Decreto Nº 21.430 del año 1949. En conmemoración, compartimos el trabajo realizado por el Colectivo fotográfico SADO, junto con la comunidad senegalesa.

El 4 de septiembre de 1949 se celebró por primera vez en la Argentina, el Día del Inmigrante. La fecha fue elegida en conmemoración a la disposición dictada por el Primer Triunvirato, en 1812, que tenía la intención de fomentar la inmigración y ofrecer protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias, que quisieran fijar su domicilio en el territorio nacional.

La República Argentina fue uno de los países que más inmigrantes recibió entre 1880 y 1930. Para 1914, una tercera parte de los habitantes del país estaba compuesta por extranjeros. Esta inmigración del siglo XX, que trajo la llegada de los "tanos", los "gallegos", los "turcos, tal como nos cuentan los libros clásicos de historia, no fue el único proceso inmigratorio con el que se conformó el territorio nacional. El censo realizado en 1778 arrojó que el 46 % de la población argentina tenía origen africano. El supuesto de que la Argentina fue forjada por inmigrantes blancos europeos es un mito que, poco a poco, se va derribando.


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir"


"Los senegaleses"

En la década del 90, arribaron a la Argentina las llamadas “nuevas migraciones africanas”, a los que denominamos comúnmente como “los senegaleses”, a pesar de que sus países de origen son Mali, Senegal, Mauritania, Liberia y Sierra Leona. En su mayoría, son varones jóvenes que vinieron en busca de nuevas oportunidades y mejores condiciones de vida. Como en el resto del país, en la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, se asentó una importante comunidad de más de 200 integrantes. Muchos fueron llegando porque tenían amigos o familiares viviendo en la ciudad. La solidaridad entre compatriotas es una base fundamental en los procesos de emigración.


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir"


El Colectivo fotográfico SADO se formó en 2014 en la ciudad de La Plata y está integrado por tres fotógrafos y una historiadora: Victoria Irene, Nicolás Freda, Ana Contursi y Vanina de Acetis. Sus producciones son elaboradas a partir de una impronta periodística que en lugar de poner el énfasis narrativo en las palabras, lo ubica en la construcción visual de las historias.

El eje "territorio" es uno de los temas que aborda el colectivo, por eso en 2019 se acercaron a la comunidad senegalesa para conocer, compartir y documentar su vidas migrantes. 

"Producimos desde la transdisciplinariedad, combinando el uso de la imagen, la palabra, el activismo y el arte público. Estas imágenes son parte de un trabajo en proceso, son el puntapié de un camino de acompañar, compartir y conocer más lento, pero de crecimiento mutuo”, afirma SADO.

Tras un año de estrechar vínculos y compartir con la comunidad, elaboraron el trabajo La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir. A continuación, compartimos algunos fragmentos.

 

La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir, realizado por el Colectivo fotográfico SADO.


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir".

Cheikh Gueye es un muchacho de origen senegalés, tiene 40 años y hace seis que reside en la ciudad de La Plata. Como a muchísimas personas, cuyo trabajo se ve interrumpido por la cuarentena, conseguir el dinero se le hace difícil, sumado a que su trabajo es la venta ambulante sobre calle 12, una actividad que depende de la posibilidad de consumo de la gente y que, además, es considerada ilegal.

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La migración senegalesa en la Argentina, respecto de otras migraciones, es hipervisibilizada: ser negros en un país que, a través de sus instituciones, su historia y su idiosincrasia se piensa blanco, otorga a la negritud la condición posible, a raíz de años de invisibilización, de ser sobredimensionada y resultar extraña y exótica. La condición perfecta para esto es la situación laboral en la vía pública y su exposición permanente: el 96 % de los senegaleses trabajó o trabaja en la venta ambulante. El 4 % restante pudo trabajar en la construcción de obras a través de un vínculo con la UOCRA filial-La Plata. El sindicato empleó tanto a senegaleses con residencia permanente como con residencia precaria, tal como la Ley N.º 25.871 de migraciones permite. En la calle o en las ferias, con puestos o ambulando, los senegaleses venden a sol y sombra bijouterie, relojes, billeteras, y artículos para celulares. Otros venden carteras, medias y sandalias. También gorras y anteojos de sol en verano o guantes y bufandas en invierno.

"Y, eso es un problema, porque también hay mucha gente que piensa que hay una persona que está por detrás, que nos paga y nos manda a trabajar. Y eso no es así. Yo cuando llegué a Argentina, me encontré con mi tío y él para ayudarme a trabajar me entregó lo que hacía, me compró carteras y todo lo que estaba vendiendo, y me dijo: “Esto es lo que estamos haciendo, vos fijate, si te gusta, seguí. Si no te gusta, cambialo”. Y yo también, cuando llegó mi hermano hice lo mismo... No es obligatorio vender sí o sí lo que venden todos, pero es lo que tenemos a mano".


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro".

A mediados de 2018, los operativos de Control Urbano y de la Policía se incrementaron y se volvieron más sistemáticos. A más de la mitad de los senegaleses les retuvieron y les robaron la mercadería a la venta, y ya nunca pudieron recuperarla. Solo a unos pocos les entregaron un acta contravencional. Como respuesta a la violencia policial e institucional, la Coordinadora Migrante, la Consejería para Migrantes (un espacio de trabajo con migrantes en la Facultad de Trabajo Social de la Universidad Nacional de La Plata), organizaciones de derechos humanos y vecinos, se organizaron para establecer medidas colectivas para frenar un poco la violencia desplegada.

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Casi la mitad de los senegaleses que residen en la ciudad de La Plata entraron al país a través de Ecuador, porque hasta 2015 la visa no era solicitada en aquel país. El resto ingresó por Brasil, a través de una visa obtenida en la Embajada brasileña en Dakar; o por pasos fronterizos cercanos a través de Chile o Bolivia. En cualquiera de los casos, el ingreso a la Argentina fue de manera irregular, ya que es condición de ingreso poseer el visado para todos los ciudadanos senegaleses. Cheikh llegó a La Plata en junio de 2014, después de un largo periplo de seis años entre España e Italia, que culminó con su deportación a Senegal. La primera vez que dejó su casa fue en 2006, el destino: la ciudad de Barcelona. El Estado español al expulsarlo le impidió volver a pisar ese país por el término de cinco años. Así fue como estando un año en Senegal con su familia y sin trabajo, le surgió la posibilidad de venir a la Argentina e intentar mejor suerte.

"No es que llegué acá porque un día me levanté y dije: 'Me voy a la Argentina'. Yo vine porque acá estaba mi tío. En ese momento había un convenio, si tenías el pasaporte de Senegal podías entrar en Ecuador sin el visado y entonces podías entrar en micro a Argentina desde ahí. Me dije “voy a probar, si me anda bien me quedo, sino me vuelvo a Senegal y voy a ver como volver a España o Italia”. Y por suerte no me va mal acá. Estoy haciendo cosas que allá no podía hacer. Porque me estoy haciendo mi casa, me queda poco para terminarla y muchas cosas más... no me puedo quejar. Pero sí, ser migrante para mí es un sacrificio muy grande, es algo muy duro. No cualquier persona migra, la gente que tiene una necesidad que no puede satisfacer en su país y tiene que irse... no es fácil dejar tu familia, estar un tiempo sin verlos. Cuando me fui de Senegal mi segundo hijo tenía un año, y todavía no sabía caminar. Ahora camina y ya va al colegio. Y yo no puedo aprovechar este período. Pero bueno, uno se acostumbra... es algo duro".


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir"
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La cuestión de la legalidad suele hacer las cosas más difíciles. Ser clandestino es uno de los estigmas con el que carga la mayoría de la población migrante del planeta. Sin embargo, no en todos los países es igual. La Argentina se ha caracterizado históricamente -genocidio por medio de los pueblos originarios-, por poblar y ocupar el territorio, a través de grandes políticas de inmigración. La multiculturalidad y el multiorigen son rasgos de la conformación identitaria pensada en la modernidad, e incrustada hoy en la maquinaria totalizadora del capitalismo internacional. Por eso la mayoría de los migrantes huye: del hambre, de la violencia política, de la destrucción total de sus hogares y tierras, de la guerra, de la falta de trabajo, de la humillación que les impide vivir con algo de dignidad. La desigualdad de los migrantes respecto de la población local es de una condición racista, clasista y sexista.

"Nosotros no estamos ilegales, el tema es que la actividad que hacemos es irregular. Acá no es tan grave como en Europa, allá por no tener documento te pueden deportar a tu país. Esto en Argentina aún no nos ha pasado y no creo que nos vaya a pasar, porque el gobierno no va a poder, no tiene vínculo con Senegal, no tiene embajada, no tiene ninguna institución para poder tramitar una deportación, no tienen convenio...ni allá en Senegal hay embajada de la Argentina. La policía igual puede estar molestando todo el tiempo, pidiendo papeles, maltratando, revisando la documentación. Yo tardé como tres años en tener la nacionalidad, en tener el documento y nunca me preguntaron en este tiempo. Una vez que llegás y te enterás que no hay convenio como con el resto de los países del Mercosur, aprendés que tenés que pedir refugio. No te lo dan en el momento, pero te van a dar un documento que te va a durar tres meses y lo vas a renovar, hasta que se resuelva tu situación de refugio. Por eso es muy difícil ver a un senegalés que esté irregular, porque todos tenemos ese documento para estar en el país. Lo que pasa es que dentro de esta situación hay unos que tienen la nacionalidad, otros que sólo tienen el DNI argentino y otros que todavía están esperando...".


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir"

El deseo de Cheikh es hacer su casa. Antes de migrar vivía junto a su esposa e hijos en la casa que le dejó su papá. No tienen casa propia: son diez personas viviendo en el mismo espacio. En la convivencia se suman sus tres hermanas y su mamá. Una vez que termine de construirla, piensa juntar dinero para poner una panadería, oficio que aprendió cuando era jóven de la mano de otro tío.

"Este es mi deseo. No es para todos igual. Por ejemplo, hay chicos que están casados con argentinas acá. Para mí se van a quedar acá toda su vida. Yo quiero que nos vaya bien en este país, que cada uno pueda cumplir su sueño, que todos puedan conseguir su documento para volver a ver a su familia en Senegal y que puedan regresar, hasta que llegue el momento en que se decida no volver más".


Foto: Colectivo fotográfico SADO. Proyecto: "La tierra quema adentro/Soufsi daf a tanngueu si biir"


El trabajo completo se puede ver acá
Más info en @sadocolectivofotografico