Conocé la historia de la Casa de la Independencia
Conocé la historia de la Casa de la Independencia

Conocé la historia de la Casa de la Independencia

Fue sede del Congreso que declaró la Independencia de las Provincias Unidas en Sudamérica, el 9 de julio de 1816. Además, fue una casa de familia, funcionó como Aduana, almacén de guerra, sede del correo y de un juzgado federal. En 1941, se la declaró como Monumento Nacional.
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El Congreso General Constituyente, reunido en Tucumán en 1816, sesionó en la vivienda de una importante familia local. Pertenecía a Francisca Bazán, casada con el comerciante español Miguel Laguna, y se construyó en la década de 1760. Era una típica casa colonial: compuesta por tres “pabellones” paralelos a la calle, entre los que se encontraban dos patios -cerrados lateralmente por habitaciones y galerías- y una huerta al fondo. El frente estaba presidido por el portal barroco con sus columnas torsas o salomónicas.

El primer patio era el principal y lo rodeaban las habitaciones de la familia, la sala y el comedor; el segundo patio estaba circundado por galerías y cerrado, hacia el fondo, por el pabellón de la servidumbre, que lo separaba de la huerta con árboles frutales y el pozo de agua.

La casa estaba construida con muros de tierra apisonada y adobes. Solo el portal –que abarcaba el zaguán de la entrada y dos porterías– había sido construido con ladrillos. Estos muros estaban revocados con barro y cal. Los techos eran de tejas sobre un entramado de caña hueca y tierra; la estructura era de cabriadas de madera y las galerías tenían columnas del mismo material. Este tipo de construcciones requerían un continuo trabajo de mantenimiento para que las intensas lluvias no provocaran su deterioro, lo que explica la decadencia de la casa con el correr de los años.

Luego de la Batalla de Tucumán, en 1812, el Ejército estuvo acuartelado en la ciudad y, en dos oportunidades, la casa fue utilizada como cuartel porque la familia ya no vivía en ella. En 1815 el Estado la alquiló para instalar la Aduana, las Cajas Generales y el almacén de guerra, y tuvo que realizar costosas obras para repararla, compensando de esta manera a los propietarios por los deterioros causados con su uso anterior.

En 1816, a falta de edificios públicos adecuados, se decidió que el Congreso Constituyente sesionara en la casa de los Laguna Bazán. Para ello, el gobierno realizó nuevas reformas: se amplió el salón destinado a las sesiones, se repararon los techos del salón ampliado y se construyeron letrinas.

Los muros se pintaron de blanco; y las puertas y ventanas, de color azul, para que la casa tuviera los colores de la patria. El gobierno mandó a fabricar las mesas, sillas, candelabros y todo lo necesario para el funcionamiento del Congreso.

El Congreso sesionó en la casa solo nueve meses, entre el 24 de marzo de 1816 y febrero de 1817, cuando se trasladó definitivamente a Buenos Aires. Luego la casa fue alquilada para que funcione la imprenta del Ejército. Poco después la familia la ocupó nuevamente, alquilando solamente los locales del frente. En 1839 el inmueble pasó a ser propiedad de Carmen -hija de Gertrudis Laguna Bazán y de Pedro Antonio de Zavalía- que se había casado con su tío, Pedro Patricio de Zavalía. Estos la repararon de su estado ruinoso, demolieron todas las construcciones del segundo patio y construyeron una nueva cocina.

El lluvioso clima tucumano y las características de los materiales de la casa contribuían a un deterioro permanente, sumado esto a los avatares de la economía familiar se explica que, cuarenta años después, la vivienda se encontrara nuevamente en ruinas.

En 1869 el fotógrafo Ángel Paganelli tomó las fotografías del primer patio y del frente en un estado deplorable: son las imágenes más antiguas que conocemos de la casa.

En 1869 fue sancionada una ley para autorizar al Poder Ejecutivo Nacional a adquirir la casa y hacerse cargo de su conservación. El Estado Nacional la escrituró en 1874 para destinarla como sede del Edificio de Correos y Telégrafos Nacionales y del Juzgado Federal. Para ello debía reformarse el edificio, pero entonces solo se consideraba valioso al Salón de la Jura o Salón Histórico. El Ingeniero sueco Federico Stavelius, de la Oficina de Ingenieros Nacionales, proyectó un nuevo frente de estilo neorrenacentista y reformó el primer patio. Se demolieron el pabellón del frente -con su pórtico y sus columnas salomónicas- y las habitaciones del ala sur del primer patio; solo se conservó el Salón Histórico tal como se encontraba entonces.

En 1904 se decidió la realización de un nuevo proyecto para proteger el Salón Histórico, ya que todo el edificio se encontraba en ruinas. Se demolió todo conservándose solo el Salón dentro de un gran pabellón con techo de vidrio. El atrio de acceso estaba flanqueado por dos murales de bronce, realizados en Italia por la escultora tucumana Lola Mora, que evocaban las gestas del 25 de Mayo de 1810 y del 9 de Julio de 1816. En los muros internos del pabellón se colocaron las primeras placas conmemorativas y un balcón servía de púlpito a las autoridades cuando se realizaban los actos conmemorativos.

En 1941 la Casa de la Independencia fue declarada Monumento Nacional. Comienza entonces a debatirse sobre la posibilidad de reconstruirla. Para ello se formó una Comisión integrada por el Dr. Ricardo Levene y el Arquitecto Mario J. Buschiazzo –ambos de la Comisión Nacional de Museos y de Monumentos y Lugares Históricos–, el Arquitecto Martín Noel –de la Academia Nacional de la Historia– y el Arquitecto Alejandro Figueroa –director nacional de Arquitectura, DNA–.

Buschiazzo, responsable del proyecto, contaba con las fotografías de Paganelli, los planos y el relevamiento de la casa, realizado en 1870 como documentación. Por lo tanto, el inmueble hoy recrea a aquella que llegó en ruinas a 1870, la que fotografió Paganelli.

Los trabajos fueron supervisados por Buschiazzo y conducidos por Amilcar Zanetta López, con obreros y artesanos de la DNA. La casa fue reconstruida con muros de ladrillos, que se pintaron de amarillo y las puertas de madera fueron terminadas con aceite de linaza sin pintar. Las obras se iniciaron en 1942 y el 24 de septiembre de 1943, aniversario de la Batalla de Tucumán.

El 9 de julio de 1947, el Presidente Juan Domingo Perón declaró en la Casa la Independencia Económica, con motivo de haber cancelado la deuda externa de la República Argentina.

En 1966, con motivo de los festejos del Sesquicentenario de la Declaración de la Independencia, se inauguraron las obras del terreno de los fondos de la Casa –cedido por la Provincia de Tucumán en 1949-, que consistían en la Galería de Placas y el Patio de Homenajes, en el que se han emplazado los murales de Lola Mora.

En 1976 el Gobierno de Tucumán expropió los terrenos linderos del inmueble y demolió todas las edificaciones existentes con el objeto de “enaltecer la Casa de la Independencia”. En 1989 se inauguró la Plaza de los Congresales en el lindero norte y, en 2004, el Patio de Artesanos en el lindero sur. Desde 2006, la calle es peatonal y en 2007 se inauguraron las obras de la Peatonal Congreso. Es por ello que la Casa se presenta ahora aislada de su contexto urbano y hay que reforzar la imaginación para pensarla como una vivienda más, en una de las calles de la ciudad.

Cada 9 de julio en la ciudad de Tucumán se realiza el acto central de conmemoración de la Declaración de la Independencia Nacional, que cuenta con la presencia del Presidente de la Nación, el Gobernador de la Provincia de Tucumán y de sus respectivos gabinetes y comitivas e invitados especiales.

Este 2020, a partir de las 23:50 del 8 de julio, se transmite en vivo por redes sociales la vigilia en conmemoración del 204.° aniversario de la Declaración de la Independencia Nacional.

Se puede seguir la transmisión en vivo a través de: https://www.instagram.com/museocasadelaindependencia/

 

 
Fuente: Museo Casa Histórica de la Independencia