“No me siento menos porque alguien espere un Director hombre.  El problema es suyo”
“No me siento menos porque alguien espere un Director hombre.  El problema es suyo”

“No me siento menos porque alguien espere un Director hombre.  El problema es suyo”

Conocé a la mujer que dirige la batuta de la Orquesta Escuela Juvenil de San Telmo, un proyecto socio educativo donde aprenden y tocan más de 100 chicos y chicas
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Fue hace solo un día. Ayer fue la última vez que Clara evidenció un gesto claro de machismo mientras trabajaba. Que una mujer dirija una orquesta todavía genera cortocircuito en los cables de algunas mentes, pero ella no acusa recibo. Quizás se contagia del desprejuicio de los pibitos con los que trabaja todos los días, que “están tanto más adelantados que nosotros”, asegura. Su voz es firme y se mezcla con los violines que suenan en la casona antigua de San Telmo donde ensaya la orquesta que encabeza.

Clara Ackermann es licenciada en Artes Musicales, con orientación en Dirección Coral y Orquestal y Profesora en Lenguaje Musical, de la Universidad de Maimónides. Dirige desde el 2014 la Orquesta Escuela Juvenil de San Telmo, un espacio socio-educativo donde música, identidad y cultura se cruzan en el camino de más de 100 chicos de 6 a 18 años que, de manera gratuita, reciben clases del instrumento elegido, teoría musical y práctica orquestal. Además de aprender a tocar, aprenden a sonar mejor juntos. Clara y el equipo los contienen y acompañan. La orquesta no solo es un espacio educativo, es su lugar de diversión y pertenencia. 

Con ella hablamos acerca de ser mujer al mando, de la manera en que viven el género las nuevas generaciones y el estilo de enseñanza con sello propio.

Sobre el machismo en la música

-Hablemos de machismo en tu ámbito laboral ¿Lo notaste mucho?

-La música es un ámbito donde todavía hay machismo. En algunos géneros y roles más que en otros. Por supuesto, en el rol de director/a de orquesta, más allá de que hoy en día hay bastantes mujeres, llevó mucho tiempo que se ocupe ese lugar. Hasta hace pocos años todavía no se permitían mujeres en orquestas de algunos países. Me suele suceder muy a menudo que cuando vamos a algún lugar con la orquesta a tocar me preguntan a mí: "¿Dónde está el Director?". Nunca esperan o se imaginan que yo sea la Directora, aunque esté hablando o haciendo la gestión con la gente de la producción, están esperando que aparezca un hombre trajeado con su batuta. Me sucedió ayer en un concierto. Estaban todos los chicos sentados para tocar y me preguntaron eso mismo, conmigo ahí adelante.

-¿Cómo enfrentás momentos como el de ayer? ¿Lograste liberarte de esos prejuicios teniendo que trabajar contra ellos todos los días?

-Es que yo no siento que tengo que trabajar contra eso, yo no siento una diferencia. El problema está en ellos, no es mío. Por eso a mi no me afecta. Yo no me siento menos porque estén esperando un hombre director.  El que tiene el problema es el que espera que el director sea hombre.

Me contabas que cuando arrancaste a estudiar eran dos o tres chicas. Ahora que das clases, ¿notas una diferencia en este desequilibrio?

-Si, ahora hay más chicas estudiando y dirigiendo.

-Con esta camada nueva de directoras, ¿cCreés que hay un estilo más femenino de dirigir o de tocar?

-No. Creo que la música tiene lo femenino y lo masculino. Uno como músico, más alla de su género, tiene que desarrollar las dos características. Cuando la música lo pide hay que buscar esas características masculinas o femeninas en uno o una misma.

¿Creés que desde la música se puede fomentar la educación no machista?

-Si, como desde cualquier disciplina, se puede fomentar una vida más igual. Pero creo que los chicos están tanto más adelantados que nosotros. Lo veo en cómo se desenvuelven. Justo ayer tuvimos un concierto que se llamó “concierto de primavera”, entonces compramos muchas flores para que ellos se pusieran en la cabeza y le pusieran a los instrumentos.

Fue maravilloso ver a los chicos poniéndose collares de flores sin ningún problema. Yo me imaginaba en mi infancia cómo hubiera sido y no hubiera sido posible, los chicos se hubieran negado. Quizás lo que notaba ayer era un poco la reticencia de los padres, de decir "¿Le vas a poner una flor en la cabeza a mi hijo?". Para mi fue maravilloso, creo que ellos están mucho más allá que nosotros. No me preocupan ellos, me preocupan los adultos.

-¿En el repertorio tratás de equiparar en cuanto a género?

-La verdad que el repertorio que abordamos es un 90% de autores varones. Hay muy pocas compositoras mujeres. A mí misma me digo, estaría bueno repensarlo, tratar de buscar autoras, compositoras. No lo he hecho hasta ahora pero está bueno, es algo para seguir trabajando.

Sobre pedagogía y tradición Latinoamericana

-Soles hablar de pedagogía viva, ¿qué es y cómo se ejerce?

-La pedagogía viva implica estar todo el tiempo abiertos a modificar la manera de enseñar, a buscar la mejor manera. Adecuando lo que nosotros ya tenemos a la época, a la región. No es lo mismo una Orquesta Escuela es San Telmo que en La Pampa. En cada contexto, uno como docente tiene que adecuarse y siempre buscar la mejor manera. No casarse con una pedagogía o un método determinado. Porque lo que puede funcionar para un joven quizás para otro no funciona.

-¿Cuál es la diferencia entre una orquesta y una orquesta escuela?

-Una orquesta escuela a diferencia de una orquesta con un formato más profesional implica que está conformada por docentes de cada uno de los instrumentos, y los alumnos toman clases sin necesariamente tener conocimiento previo. En general, en las Orquestas Escuela ingresan sin conocimiento previo, eligen el instrumento, comienzan a tener clases y simultáneamente participan de las prácticas orquestales.

-Hacen hincapié en la tradición latinoamericana. ¿Cómo se equilibra con la enseñanza de música sinfónica y cómo compite con la música que escuchan los jóvenes?

-Acá tratamos de elegir el repertorio siempre con un porqué. La realidad es que tenemos una tendencia a abordar mayormente repertorio latinoamericano que de música sinfónica. Primero y principal porque es de dónde somos. Conocer nuestras raíces y nuestra música es fundamental. Que los chicos puedan aprender a tocar una Chacarera, una Zamba, un Gato es muy valioso. Así como conocer música de otras regiones y de otros países latinoamericanos. También hacemos jazz o obras de compositores europeos.

Lo fundamental es mostrarles la mayor cantidad de géneros y estilos posibles y que ellos luego puedan elegir qué es lo que les gusta hacer o escuchar. Con respecto a la música más actual, la tienen todo el tiempo a mano. Lo más rico, si somos docentes y estamos educando es mostrarles lo que no están acostumbrados a escuchar.

-¿Qué le aporta la música a un chico para otros aspectos de su formación?

-La música es una actividad que enriquece a la totalidad del desarrollo de los niños y niñas. El estudio de un instrumento requiere una disciplina, una dedicación, una perseverancia que hace a lo individual, así como la práctica orquestal hace a lo grupal, a saber compartir, trabajar en conjunto con un equipo.  Si una de las partes no funciona, el resto deja de funcionar. Hay cosas valiosísimas que se ven en la práctica orquestal, cosas que después ellos llevan hacia afuera, a la escuela o el ámbito familiar.