Celeste Carballo: "Las canciones que están en el inconsciente colectivo no pertenecen a una época"
Celeste Carballo: "Las canciones que están en el inconsciente colectivo no pertenecen a una época"

Celeste Carballo: "Las canciones que están en el inconsciente colectivo no pertenecen a una época"

Música
La cantante y compositora cuenta cómo fueron sus inicios en la música y postula a tres grandes músicos como guías del rock nacional
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Abraza su guitarra. Prueba algunos acordes que en segundos se transforman en “Rezo por vos”, como si estuviera calentando la garganta para la entrevista. Afuera, en la calle, hace calor; puertas adentro, en el estudio de grabación, Celeste Carballo (60) se acomoda en el sillón para responder el cuestionario que el Ministerio de Cultura de la Nación propone para celebrar los 50 años del rock argentino. La cantante, compositora, productora, referente y pionera del género empieza por el principio: “¿Mi primer contacto con la música? ¡Antes de nacer! Tenía tres años y hacía recitales en el patio de mi casa, en Devoto. Sacábamos la manta de la cama de mis padres y con mi hermana Lila, seis años mayor, la poníamos de telón en el patio. Venían todos los chicos del barrio con su sillita, y antes de correr el telón, mi hermana me preguntaba: “¿Sabes qué vas a cantar?” ¡No! Inventaba cualquier cosa. Y los pibes se divertían un rato. Muchos años después mi hermana me regaló una guitarra, y muchos años después, recién a los 10, empecé a estudiar los primeros acordes.

-Es decir que desde muy chica supiste que querías dedicarte a la música.

-En realidad no sabía nada, simplemente lo hacía. Uno toma conciencia de las cosas después de hacerlas. Me di cuenta a los 40, cuando ya tenía dos discos de oro. Antes me divertía, hacía las cosas.

-¿Cómo cambió tu relación con la música cuando te diste cuenta de eso?

-El juego tiene que estar, es lo básico, es la materia prima. El resto, la parte profesional, también tiene que estar porque es lo que sustenta al juego. Prepararse, tocar, ensayar, estudiar muchas otras disciplinas que giran en torno a nuestro trabajo, y aprender a producir discos, en un momento en el que hay un torniquete cultural muy grande con las empresas privadas que empiezan a producir artistas extranjeros y dejan de lado la cultura nacional. Hay que continuar, no escuchar ciertas críticas, saber qué vale y qué no.

-¿Qué te ayudó a discriminar qué valía y qué no?

-El juego. Es lo fundamental. Cuando se refieren a una persona como artista, el metalenguaje agrega cosas que son innecesarias y deja de lado las cosas fundamentales. Lo fundamental es la parte creativa de nuestro cerebro, y es lo que un artista tiene muy desarrollado. Nuestra sociedad pro industrialista convierte todo en trabajo; y entonces tiene valor; en cambio el juego es algo optativo. Yo pienso exactamente lo contrario: la producción es el problema que tiene nuestro planeta y nuestra especie. El juego sería la solución.

-Pasaron 35 años del lanzamiento de “Me vuelvo cada día más loca”. ¿Qué te diferencia de aquella artista y qué permanece intacto?

-Para mí pasó un año, porque lo grabamos otra vez, pero en vivo, el año pasado en el Teatro Ópera. Las canciones que tienen una potencia extra porque están muy conectadas con el inconsciente colectivo no pertenecen a un año o una época, si no nadie cantaría “El día que me quieras”, “Sur” o “Balada para un loco”. No estoy de acuerdo con esa sectorización de décadas. En cierta medida, esa forma de pensar es el enemigo de la música.

-¿Podrías ampliar la idea?

-Hay música que está buena y música que hay que… ¡tirala! Nada más. Hay que tener presente la frase “divide y reinarás”. No nos olvidemos que todas esas divisiones las hizo el mercado, para sectorizar mejor, para vender mejor, para adueñarse de la cosa. Tenemos que destronarla totalmente. Además de superar el pánico escénico -lo que al 99% de los grandes artistas le impide generar su carrera, o siquiera empezarla-, también hay que superar la contemporaneidad, que es lo peor que existe para un artista. Uno trabaja para la posteridad, no para la contemporaneidad.

-¿Qué te diferencia de la Celeste Carballo de los inicios?

-¿Qué me diferencia? ¡Nada! Ahí sí que estaría loca en serio. Ninguna diferencia. Hay una frase que decían mis abuelos: “genio y figura hasta la sepultura”. Se es.

-¿Cuánto tuvo que ver esta mirada sobre la importancia del juego con tu decisión de manejar tu propia carrera?

-Empecé con una empresa nacional muy chica, que fue Interdisc, una de las primeras discográficas independientes que desarrolló gran parte del rock de todos estos años. En un momento la empresa cambió su razón social y entonces yo seguí con mi profesión y busqué mis propios canales de lograr plasmar la música en un disco y llegar a la gente con eso. Es a la fuerza; hay que hacerlo sí o sí. Esto es una tendencia. En los '90 viajé varias veces a Estados Unidos, trabajé haciendo la música de algunas películas, y conocí mucha gente de las nuevas generaciones que estaban haciendo ellos mismos sus producciones. Ahí me di cuenta que eso era lo que tenía que hacer acá. Volví, hice “Tercer infinito”, mi primera producción independiente. Con ese disco trabajamos cuatro años sin parar.

-¿Cuál es la primera canción que se te viene a la mente cuando pensás en rock nacional?

-Son muchas. El rock argentino tiene un cancionero muy rico y muy nuestro. Todas las veces que fui a Estados Unidos a cantar canciones de Charly o de Luis (Alberto Spinetta) les costaba identificar rock en ellas. Sin embargo, si toco la introducción de “Rezo por vos”, si la toco sin siquiera cantarla, todos sabemos que es rock nacional. Tenemos nuestra propia voz. Esta propia voz de rock argentino fue la que nutrió a toda América Latina. Es una tendencia muy fuerte. Para mí todo empezó con Charly y con Pappo. Son dos figuras básicas, líderes por lo guías, tanto como Luis. También hay otros artistas que no son argentinos, como los Rolling Stones, pero que los hago argentinos. Tendrían que vivir acá. Creo que les encantaría haber nacido acá.

-¿Con qué sentimiento identificás el rock?

-Originalmente identificamos al rock con la revolución, con el cambio, con el no aceptar esquemas que no sirven, y eso es revolucionario, eso es cambiar.

-¿Te costó abrirte paso en el mundo del rock?

-¿Por ser atractiva, decís? Por ser atractiva, sí. La suerte de la fea la linda la desea. Los chicos se enamoran y cuando no respondes te cierran la puerta, se asustan, se enojan, son cobardes. Es un tema muy difícil. Hay un montón de maltratos encubiertos en todos los estamentos de la sociedad; el rock no está fuera de eso.

-¿Cómo es el acto de componer? ¿Las canciones se piensan o salen no más?

-No, no se puede pensar. Lo bueno de la humanidad jamás salió del pensamiento. Ni a Einstein que hizo tantas cuentas, que aprendió matemáticas, física. Sus iluminaciones fueron totalmente espontáneas, trabajó con sus herramientas o juego de abalorios, pero tuvo que tener inspiración. Sin inspiración no hay arte, no hay ciencia, no hay política, no hay industria, no hay cultura. La inspiración se desarrolla, por eso uno está tocando todo el tiempo, estudiando escalas, formas de armonía u otro instrumento que no sea el de uno. Por ejemplo, estudié piano durante años, y sirve, porque jugar, aprender, te acerca a la parte creativa del cerebro.

-¿Qué te espera para este 2017?

-En este momento estoy difundiendo “Se vuelve cada día más loca por amor al blues”, mi material más reciente. Lo vamos a tocar en Cosquín Rock el 27 de febrero y lo vamos a seguir presentando durante todo el 2017. Ese es mi trabajo, que le llegue a la gente. Todavía hay un  monstruo, un strange thing metido detrás de la pared, comiéndose los discos de los artistas independientes. Hay que salir a luchar. En eso estoy trabajando.

-Detrás tuyo hay una pintura con tu firma, ¿cómo es esa otra faceta tuya?

-Me gusta la pintura, la fotografía, el cine, el arte. En la pintura hay mucho aprendizaje para hacer, y en el aprendizaje queda la obra plasmada. Por eso hago los cuadros y se los regalo a mis amigos; mientras voy aprendiendo. La mayoría de los cuadros que hago viaja, se va al interior del país, a distintos lugares. Está todo conectado: la música, la pintura; es la parte creativa. Y no solamente el arte, la ciencia está conectada con el arte, las matemáticas íntimamente conectadas con la música, siguen leyes parecidas. Todo está íntimamente relacionado con la música.