Carlos Jáuregui, visibilidad y orgullo como respuesta social y política
Carlos Jáuregui, visibilidad y orgullo como respuesta social y política

Carlos Jáuregui, visibilidad y orgullo como respuesta social y política

Efemérides
A 63 años de su nacimiento recordamos a Carlos Jáuregui, activista LGBT e impulsor de la lucha por los derechos de la comunidad homosexual en nuestro país. Conversamos con su amigo, el escritor y periodista Gustavo Pecoraro, sobre su vida, sus ideales, su lucha y su legado.

Carlos Jáuregui nació en La Plata el  22 de septiembre de 1957 y falleció en Buenos Aires el 20 de agosto de 1996. Tenía 38 años.

Es reconocido y recordado por ser el primer presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA) entre 1984 y 1987, y por encabezar, en 1992, la primera marcha del Orgullo Gay Lésbico en Buenos Aires. En 1991 fundó además la Asociación Gays por los Derechos Civiles.

Carlos Jáuregui y César Cigliutti 

Ayudó a impulsar el primer proyecto de unión civil y la inclusión de la orientación sexual en la cláusula anti-discriminatoria de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.

Una plaza, en el barrio porteño de Constitución y una estación de subte de la ciudad de Buenos Aires llevan su nombre y el 20 de agosto, día de su muerte, se estableció como el Día del Activismo por la Diversidad Sexual.

Su activismo se basó en la búsqueda de visibilidad mediática. Escribió en diarios y participó en programas de televisión. En 1984, abrazado al activista Raúl Soria, protagonizó la portada de la Revista Siete Días. La misma mostraba, por primera vez, a una persona homosexual asumiendo públicamente su sexualidad. 

Publicó el libro Homosexualidad en Argentina, dedicado a su pareja Pablo Azcona, sus compañeros de activismo y a las Madres de Plaza de Mayo.

Carlos Jáuregui en cuatro frases 

 

  1. "En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política".
  2. "El origen de nuestra lucha está en el deseo de todas las libertades".
  3. "Si el hecho de ser homosexual afecta a quienes lo son es a causa de la falta de derechos, de la discriminación y la marginación a la que somos expuestos injustamente".
  4. "Seguiremos luchando por alcanzar una vida más digna, porque sin libertad sexual no existe libertad política".

Gustavo Pecoraro es periodista, escritor, activista LGTBI y activista por los derechos de las personas convivientes con VIH. Amigo de Carlos Jáuregui, co-guionista del documental El puto inolvidable. Vida de Carlos Jáuregui, estrenado en 2017 y dirigido por Lucas Santa Ana. Es autor de Deseo. Palabras en el viento; Palabra y pluma: textos políticos y otras mariconadas; 12 Poemas Crudos; Acá estamos. Carlos Jáuregui, sexualidad y política en la Argentina; Amor Marica

 

Carlos Jauregui y Gustavo Pecoraro- Foto gentileza Gustavo Pecoraro

-¿Cómo podemos entender la figura de Carlos Jáuregui a partir de su lucha y compromiso? ¿Qué dirías acerca de sus convicciones a las nuevas generaciones?

-La gran enseñanza que deja Carlos es el entender que la visibilidad es la herramienta más importante que tenemos las personas LGTBI para sentirnos libres y orgullosxs. La visibilidad es nuestro gran triunfo. Una vez que una persona LGTBI entiende el paso de salir del silencio y el miedo, inmediatamente siente orgullo. E indudablemente el Orgullo LGTBI es libertad. Las nuevas generaciones se sienten libres antes que orgullosos, podríamos decir que aprendieron a ser lo que quieran ser, en libertad. Y de ahí -de su propia libertad- avanzaron a su orgullo.

-¿Cómo pensaría Carlos la Argentina y el mundo de hoy?

-Si viviera hoy, con 63 años que tendría, lo imagino mucho más calmo en las acciones y mucho más aceitado en las ideas y las propuestas. Como un gran sabio con un gran recorrido de lucha que merece el momento del análisis en tranquilidad. Sería una referencialidad política y social muy importante. Y estoy seguro que estaría enfrentando a los fundamentalismos políticos y religiosos, a las ultraderechas y al neofacismo que se revuelve en Europa. Estoy seguro que levantaría la voz contra Trump, Bolsonaro, los neonazis y algunos sectores religiosos. 

-En una oportunidad, Carlos dijo: "En una sociedad que nos educa para la vergüenza, el orgullo es una respuesta política". ¿Qué diría Carlos de los tiempos actuales?

-Aprovecharía la globalidad de las redes (las personas y las políticas, y también las de comunicación). Creo que Carlos estaría obsesivamente buscando acuerdos nacionales e internacionales para que la lucha LGTBI sea mundial y las agendas mundiales tengan apoyo de organismos internacionales como la ONU, la OEA, la CIDH. Mientras escribo la respuesta lo imagino como una especie de embajador de los derechos LGTBI, y reflexiono sobre esto: así como la discriminación y la criminalización es mundial, así como los crímenes de odio por orientación sexual y/o identidad de género no tienen fronteras seguras, la lucha y la respuesta de nuestro colectivo tiene que ser global, transversal y multi identitaria. Carlos sería perfecto para ser parte de esta lucha.

-¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando pensás en él? ¿Cómo lo recordás?

-Al haber sido tan amigos, lo primero que me pasa es que lo extraño. Lo recuerdo fervoroso, debatidor, y muy divertido. Un gran compañero de lucha, siempre a la vanguardia. Y un gran amigo. Me llevaba 8 años y en esa época (yo tenía 18 y el 26) esa diferencia era mucho para lo que me podía transmitir en mi incipiente mariconería cuasi adolescente. Él y César Cigluitti (que me lleva también esos años) fueron un poco como mis hermanos mayores: mis hermanas maricas mayores, quiero aclarar.

Después de muchos años, mi humilde pero tenaz trabajo por la memoria histórica LGTBI y del activismo de los 80 y 90, me lleva a recordarlo como un avanzado a su época, un elegido. La mente brillante del colectivo LGTBI nacional que supo pensar en estrategias, leer lo que pasaba en otros países, construir sin personalismo y cuando caía en eso, tener un sentido de la autocrítica muy sincero. Indudablemente la muerte de Carlos (y la de toda una valiosa vanguardia de maricas) a causa del VIH fue un cimbronazo político hacia dentro de nuestro colectivo. Por suerte, había sembrado los cimientos suficientemente sólidos para los años que vinieron y las conquistas que logramos. Surgieron nuevas vanguardias que recordaron aquellas banderas ochentosas y noventosas, que dieron sus frutos en el nuevo siglo. Y las vanguardias siguen naciendo con nuevos reclamos y desafíos. Nuestro colectivo está muy vivo aún con tantxs compas que quedaron en el camino.

-¿Cuál crees que ha sido su principal legado o aporte?

-Insisto con esto de la visibilidad y el orgullo. Hay una frase que dice "lo que no se nombra no existe", bueno, yo agrego que lo que no se dice tampoco existe. Bienvenida siempre la visibilidad.

-Sin lugar a dudas, Carlos fue un hombre que logró trascender su propia existencia. ¿Qué pensás a este respecto?

-Fue uno de los dirigentes sociales y políticos más importantes de la historia de la Argentina. Por algo cada año más sectores se suman a su recuerdo. Eso es muy gratificante. Y en estas épocas de pérdidas duras, el recuerdo es lo mejor que pueden tener aquellxs que no están más entre nosotrxs.

-¿Qué anécdotas, ideas, o sucesos recordás de Carlos y de la amistad que los unió?

-Tengo miles. Quizás lo más importante sea eso que fue pasando sin que nos diéramos cuenta: fuimos creciendo políticamente mientras crecíamos como personas. Aprendimos a derribar nuestras limitaciones conociéndonos y conociendo a otras compañeras y compañeros, lesbianas, travestis, trans, maricas con otras ideas, todo nutría.

También tuvimos momentos muy dolorosos: la muerte de su pareja Pablo, la muerte de su hermano Roberto, la muerte de amigos y amantes. Eso nos hizo cercanos de una manera silenciosa pero especial. No sólo nosotros dos, también todo un grupo que iba fluyendo por el entorno de Carlos y que se simbolizaba en esas reuniones en la sede de Gays Dc, en la calle Paraná 157, lo que se conoce habitualmente como "las cenas de los viernes en Paraná", donde entre ollas enormes de fideos, cajas de pizzas o panchos, se fue gestando esa unidad indispensable entre travestis, lesbianas, maricas, bisexuales y trans. El Sida y las razzias policiales, los asesinatos de travestis, los escraches a las comisarías, todo eso nos unió en la afectividad y nos sirvió para que los propios odios y desconfianza se hicieran amistad.