Carlos Ferreyra: “El Museo como espacio que ayuda a elevar la autoestima social y promover el arraigo"
Carlos Ferreyra: “El Museo como espacio que ayuda a elevar la autoestima social y promover el arraigo"

Carlos Ferreyra: “El Museo como espacio que ayuda a elevar la autoestima social y promover el arraigo"

Museos
El director de la Estancia de Jesús María – Museo Jesuítico Nacional, que integra la lista de Patrimonio Mundial, habla en esta entrevista sobre la dimensión social del museo. Además, repasa las acciones llevadas adelante en sus tres años de gestión y explica la importancia de revalorizar el itinerario cultural de la región.
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Este mes, el historiador y museólogo Carlos Ferreyra cumple tres años como director de la Estancia de Jesús María, uno de los dos museos nacionales que forman parte del sistema de Estancias Jesuíticas de la provincia de Córdoba y que fueron declaradas por la UNESCO en el año 2000 como Patrimonio Mundial.

La Estancia funcionaba como sostén económico de la Compañía de Jesús en el siglo XVII al producir vino y otros productos agrícolas y ganaderos. Fue testigo del desarrollo de los jesuitas en nuestro territorio y de sus modos de producción de entonces con mano de obra esclavizada. Por eso, desde 2014 es sitio de memoria de la Ruta del Esclavo de la UNESCO también.


Con el ministro Tristán Bauer inaugurando obras en la Estancia.

Bajo su órbita además funciona la Posta de Sinsacate, una construcción de piedra y adobe que se encuentra sobre el antiguo Camino Real al Alto Perú y que este año fue designada como Museo Nacional. En ella, descansó Manuel Belgrano y Juan Manuel Lavalle; pasaron las tropas de José de San Martín; estuvo Martín de Güemes y velaron a Facundo Quiroga.

Ferreyra accedió al cargo a través de un concurso público organizado por el Ministerio de Cultura y tiene en su haber la creación de más de 20 museos regionales en la provincia. Cuando asumió se propuso como objetivo impulsar un museo “socialmente comprometido, culturalmente activo y científicamente productivo". Tal vez es por eso, que la Estancia de Jesús María no solo es paso obligado de turistas sino también lugar de encuentro de vecinos e investigadores que, en lo más duro de la cuarentena, se mudó a las redes y la virtualidad.

-¿En qué situación encontró la pandemia al Museo - Estancia Jesuítica de Jesús María?

-La pandemia nos encontró preparados para asumir el reto tecnológico que planteaba. Justamente, durante un año y medio estuvimos trabajando para mejorar los insumos tecnológicos del Museo (computadoras, cámaras, micrófonos, luces) y para reforzar las comunicaciones (internet, WiFi, routers, extensores de rango y rompemuros). Por lo tanto, cuando se estableció la cuarentena ya teníamos esa parte asegurada y no nos costó nada adaptarnos.

Por otro lado, le encontramos la vuelta al aislamiento y a los meses que no tuvimos público: hicimos mucha mucha mucha obra. Cuando volvió el público, reforzamos las actividades culturales al aire libre. Por todo ello, tuvimos importantes avances en todo el tiempo de pandemia. El principal aprendizaje que tuvimos fue que si el trabajo se concentra en pocas horas (durante aislamiento y distanciamiento trabajamos menos horas para no cruzarnos en los espacios con las y los agentes) se hace de mejor gana y de manera más eficiente y efectiva.

-Pudieron entonces avanzar en la puesta en valor del Museo.

-A pesar de la pandemia, en 2020 y en lo que va de 2021, avanzamos en dos aspectos fundamentales: obras de mejoras en infraestructura y conservación edilicia y en tecnologías.

Además, el Museo demostró ser un lugar que cuida a las y los artistas, contratándolos para que realicen actividades virtuales o presenciales (dependía el caso) y así los artistas volvieron a valorar al Museo y al Estado Nacional como fuente laboral.

Reforzamos también los vínculos con historiadores y especialistas a partir de la organización y participación en congresos, foros, ciclos, etc. Un lugar especial merece el Congreso de Caminería Histórica, que ya lleva ocho ediciones y nos ha posicionado como referente en todo lo vinculado al Camino Real.

-En ese marco, ¿qué relación tienen actualmente con las otras estancias jesuíticas de Córdoba?

-Hasta noviembre de 2019 existió la Red de Patrimonio Jesuítico de Córdoba, la cual era un espacio y foro de intercambio. No obstante, hoy por hoy la consideramos caída. Pero, hemos reforzado lazos de la siguiente manera: trabajando en conjunto con la Estancia Jesuítica de Alta Gracia, también nacional, que dirige Tomás Bondone; fortaleciendo lazos con la Estancia Jesuítica de Caroya (provincial), pero que queda a 2 km de nuestra Estancia y con la que debemos y podemos programar cosas en conjunto; y por último, realizando algunas acciones con la Estancia Jesuítica de Santa Catalina (privada) que está a 13 km y forma parte del "Circuito chico de las Estancias" (Jesús María, Caroya y Santa Catalina, todas cerquita).

-¿Qué implicancias tiene haber declarado la Posta de Sinsacate como Museo Nacional?
-Por motivos profesionales, desde hace años, visitaba la Posta de Sinsacate y me daba mucha tristeza que estuviese tan olvidada y que fuera "el patio de atrás" de la Estancia Jesuítica. Siempre fue minimizada, siendo que allí descansaron San Martín, Belgrano, Güemes, Remedios del Valle, Lavalle, Paz, Lamadrid, y que allí fueron velados los restos de Facundo Quiroga y su comitiva.

Apenas asumí le puse (y le pongo) mucha energía a la Posta: levantamos la autoestima de las y los empleados, nos aliamos a la Municipalidad de Sinsacate, la revinculamosa los itinerarios del Camino Real (ya que con la de Yatasto -también nacional- son las más importantes postas del siglo XIX), ampliamos el horario de atención, realizamos innumerables obras, mejoramos su parque, le dimos vida con actividades y acciones de todo tipo, hicimos la gigantesca obra de readecuación eléctrica, etc.

La puesta en valor y la nueva visibilización de la Posta no podía estar completa si se conservaba su antiguo y "minúsculo" nombre de "Museo Rural". Por lo tanto, consideramos que el pasar a llamarse "Museo Nacional" iba a ser un elemento de realce de la misma, y no nos equivocamos: fue una sorpresa para mucha gente y para la prensa que al enterarse de que la Posta era del Estado federal ha comenzado a darle mucha más importancia. Cuento algo más: la posta de Sinsacate fue museo 11 años antes que la Estancia y, entre 1946 y 1953, fue un museo independiente de la Estancia. Por lo tanto deseamos que con este nombre logre la emancipación operativa (no administrativa) y que su equipo tenga todo lo que necesite para llevarla adelante.

-¿Qué tipo de relación entabla el Museo con la comunidad local?

-Como sitio de la Memoria de la Esclavitud, la Estancia Jesuítica está ayudando, y es parte de una política que impulsamos con mucha fuerza desde que asumí, a la autorevalorización de los colectivos humanos invisibilizados y subalterizados a lo largo de la historia: mujeres, sexualidades disidentes, aborígenes, trabajadores, afrodescendientes, entre otros (aún seguimos en deuda con las personas con discapacidad).

Por ello, realizamos numerosas acciones en pos de que sientan al Museo como un lugar amigable, que lo consideren un espacio en el que pueden confiar y con el  que pueden contar. Muchas de las acciones diarias y de las actividades de animación sociocultural que realizamos están inspiradas en el hecho de que somos sitio de la memoria de la peor acción que ha tenido la humanidad: la esclavitud, una herida aún no cerrada que nos hemos autoinfligido.

-En su carrera, ayudó a crear más de 20 museos en el interior de la provincia de Córdoba ¿Qué lo inspiró?

-En mi carrera creé y reformé una veintena de museos, es verdad, pero también es real que lo hice por motivos profesionales. Es mi profesión de museólogo que, complementada con la de historiador y el hecho de vivir en el interior de Córdoba, me hizo vincularme con humildes pueblos que tenían museos aún más humildes.

Me ocupo de trabajar con las comunidades, ofreciéndoles al Museo como punto de referencia, como foro de construcción de ciudadanía, como lugar de intercambio que ayuda a elevar la autoestima social, promover el arraigo y construir la identidad colectiva de manera democratizante.

En lo que estoy convencido es que a nuestro Museo Nacional le conviene tener muchos y buenos museos cerca porque de esa manera se refuerzan los circuitos turísticos y el intercambio cultural, lo que redunda en beneficio para las comunidades.

-¿En qué proyectos están trabajando para el resto del año y el que viene?

-Estamos trabajando en múltiples iniciativas. Gracias a la Dirección Nacional de Museos comenzamos el postergado proyecto de repensar los guiones de los dos museos y planificar la modernización y actualización de la museografía incorporando las nuevas TICs en el proceso.

También estamos colaborando con numerosos proyectos culturales de la región, haciendo presente al Museo (y por ende al Ministerio) en el territorio, considerando al museo como "delegado natural" del Estado federal, replicando en el territorio las políticas inclusivas del Gobierno Nacional.

Además seguimos en obra, mejorando los parques (cinco hectáreas en la Estancia y una y media en la Posta). Entre las actividades más destacadas, contamos con el ciclo de conferencias internacionales, la serie de conciertos de cámara, los homenajes y las celebraciones de fechas patrias, y también el programa “La Voz del Museo”, que se transmite por una FM comunitaria y por internet.