Cómo eran las anotaciones que hacía Borges en los libros que leía
Cómo eran las anotaciones que hacía Borges en los libros que leía

Cómo eran las anotaciones que hacía Borges en los libros que leía

Letras
Se presentó la reedición de "Borges, libros y lecturas", el catálogo crítico que elaboraron Laura Rosato y Germán Álvarez a partir de los libros que el escritor donó a la Biblioteca Nacional luego de sus 18 años al frente de la institución
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Borges escribe a partir de los libros que lee. Utiliza esas lecturas en una suerte de alquimia para transformarlas en textos únicos. Esto hace del lector el autor por excelencia, y de toda versión de un texto un borrador. Se podría decir entonces, que a partir de esta premisa -y de una tarea de rutina, paciencia, conocimiento y gran intuición- Germán Álvarez y Laura Rosato compilaron y analizaron las marcas y comentarios que Jorge Luis Borges dejó en sus libros en el catálogo 'Borges, libros y lecturas', cuya reedición fue celebrada en la antigua sala de lectura de la Biblioteca Nacional en la calle México.

Era tal la simbiosis entre escritor y biblioteca, que su universo radicó en los libros y en donde éstos descansan, en su biblioteca de galerías hexagonales e infinitas. El catálogo, además de reflejar ese espíritu, da a conocer una parte -alrededor de 400- del conjunto de libros donados por el escritor a la Biblioteca. Estos ejemplares permanecieron ocultos durante treinta años en los fondos generales de la institución. Un hallazgo casual fue el punto de partida de una investigación exhaustiva que duró casi 8 años, llevada a cabo por dos empleados de la Biblioteca y que resultó en el descubrimiento de casi 800 volúmenes intervenidos por el autor de El aleph.

Una de las curiosidades más grandes es que Jorge Luis Borges realizaba las anotaciones en los márgenes o tapas de los libros que leía, en el mismo idioma en que estaba escrito. Álvarez explica que, en esta edición, se amplían algunas de las oposiciones que hace: dentro del sistema de su escritura él confronta las mismas ideas con otros libros. “Estamos hablando de una actividad cognitiva intelectual. Entonces tenés que ponerte a leer como lo hubiese leído él.  Y a partir de una nota, que capaz tiene dos palabras, ir adonde él quería ir, y llamar la atención sobre la nota. Es un mecanismo cognitivo que está en la mente de una persona y en este caso, en la mente de Borges, que es un genio”, dice el autor.

Germán Álvarez se autodefine como un fervoroso lector de Borges y, por lo tanto, supo exactamente cómo buscar. “Parafraséandolo a él, me preparé toda la vida sin saberlo para hacer este trabajo. De hecho, era leer una nota y encaminarme hacia un texto donde yo veía perfectamente el reflejo o los ecos de esa nota. La parte inicial fue catalogar los libros y después poner en contexto las notas. Eso hace la diferencia entre un catálogo y un catálogo razonado. Este es un catálogo razonado y por suerte encontramos las notas que nos llevaban a sus textos muy rápidamente gracias al entrenamiento que yo tenía”, cuenta.

La primera edición fue hecha en 2010 bajo la dirección de Horacio González, que brindó apoyo intelectual y económico al proyecto. Continúa con este sostén el actual director de la Biblioteca Nacional, Alberto Manguel, quien agradeció a los autores: “Entre los muchos tesoros que alberga la Biblioteca, creo que los máximos tesoros son la gente que trabaja allí. Ni la subdirectora, Elsa Barber ni yo podríamos hacer nada sin ellos”.

“A partir de este trabajo, me gusta Borges cada vez más. En algún momento mientras hacíamos esto, me preguntaba si no lo íbamos a empezar a leer y a ver cosas que rompieran la magia pero no, es una obra muy sólida. Mi lectura de Borges se volvió más profunda”, cuenta la autora Laura Rosato. Y agrega que lo que más le llamó la atención de las anotaciones es la sobriedad, ya que el escritor “casi no pone nada que venga de su subjetividad, y sin embargo, algunos señalamientos eran muy subjetivos”. A la hora de elegir las notas que más llamaron su atención dice: “Una de el cielo de infinitas postergaciones me conmovió mucho. También me sorprendió lo sistemática que había sido la lectura de la Divina comedia, o lo profunda que era la lectura sobre el budismo”.

Algunas notas están en los márgenes, otras en las tapas, incluso se encontraron hojas sueltas con anotaciones. Para Laura Rosato no está claro si cuando Borges está leyendo anticipa que va a escribir, lo que sí asegura es que “escribe como lee”. Germán Álvarez coincide y asegura que  “es difícil desandar el camino entre lector y escritor, la realidad es que me parece que cuando Borges leía ya estaba escribiendo”.

Su letra es pequeña y prolija, o, como la define Álvarez: “el corpúsculo de la gran obra”. El bibliotecario hace una analogía entre la obra de Borges y el mecanismo de un reloj. Para él, si ves el mecanismo de un reloj que de afuera te parece maravilloso, tal vez no te parezca tan atractivo. Sin embargo, asegura que “su obra es tan buena y tan consistente, que uno no pierde esa perspectiva de que es un genio leyendo y que va a hacer una gran creación. Es tan consistente Borges que no te defrauda”. Y recuerda que la primera nota que encontró lo emocionó mucho: “Era en los diarios de James Boswell, y en la portada, con una letra muy pequeña tomaba la nota en inglés: 'Live no more than I can recall'. Significa 'vivir no más de lo que puedo recordar'. Y Borges, en la última etapa de su vida, era alguien obsesionado con la memoria. Era como un eco de Funes el memorioso, vivir solamente lo que uno puede recordar”.

Este primer volumen -los investigadores están trabajando en el segundo- también contiene imágenes de anotaciones que realizaba Leonor Acevedo, quien tomó como propia esa tarea por pedido de su hijo, cuando ya no pudo ver más. Jorge Luis Borges hizo literatura a partir de literatura, y eso es una forma de lectura que no se parece en nada a la que hacen la mayoría de los lectores. Hacer visible ese método es el objetivo principal de Laura Roseto y Germán Álvarez.