Palabras e imágenes de "Hijxs. Poéticas de la memoria"
Palabras e imágenes de "Hijxs. Poéticas de la memoria"

Palabras e imágenes de "Hijxs. Poéticas de la memoria"

Arte
Cine
La muestra, inaugurada por la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, expone una serie de piezas que no solo visibilizan el trabajo creativo de artistas que sufrieron de cerca la peor dictadura argentina, sino también cierta transformación estética de las intervenciones en la vía pública. Entre los artistas que participan, Inés Ulanovsky y Andrés Habegger nos cuenta más sobre sus obras y el compromiso de no olvidar.
Organizada por la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, la muestra "Hijxs. Poéticas de la memoria" expone -con la coordinación de Federico Boido- obras de más de cuarenta artistas que representan las manifestaciones de una voz colectiva; una voz que comenzó a hacerse escuchar a mediados de la década de los noventa. 
 

A través de cuadros, fotografías, instalaciones, películas y diversos registros de movilizaciones callejeras y textos literarios, la exhibición reúne una serie de expresiones artísticas que, como sostienen desde la BNMM, "se configuraron al calor de las movilizaciones y los reclamos contra el negacionismo de la dictadura militar y la impunidad como políticas de Estado".

Estas piezas, a su vez, no solo visibilizan el trabajo creativo de una generación de artistas, sino también cierta transformación estética en la manera de expresarse e intervenir en la vía pública.

Al respecto, conversamos con la fotógrafa y artista visual Inés Ulanovsky, y el cineasta y documentalista Andrés Habegger -dos artistas que participan de la exposición-, quienes nos cuentan más sobre sus obras, las maneras de trabajar sobre la memoria, tópicos e imaginarios compartidos configurados a partir de una de las etapas más dolorosas de la historia argentina.   


La fotógrafa Inés Ulanovsky.

-¿Cuáles son sus acercamientos e intereses con los temas que propone la muestra "Hijxs. Poéticas de la memoria"? 

Inés Ulanovsky- Por mi parte, pertenezco a la generación que nació en plena dictadura militar y eso, evidentemente, nos atraviesa de alguna manera a todos. Viví los primeros seis años de mi vida con mi familia en el exilio mexicano y esa condición hizo que yo, desde muy chica, supiera que éramos argentinos, pero que no podíamos vivir ahí, en nuestro país. Sabía que en algún momento íbamos a volver, pero nunca exactamente cuándo.

Andrés Habegger- En mi caso, soy hijo de una persona desaparecida: mi padre, Norberto Habegger, militante político y periodista. Desapareció en Brasil en agosto de 1978, en el marco de lo que se llamó el Plan Cóndor. Mi madre y yo fuimos querellantes del juicio al Plan Cóndor en el que se encontraron a los culpables y responsables, quienes fueron condenados. En relación con mi trabajo como cineasta y documentalista, mis obras se vincula muy fuertemente con mi historia y la temática del terrorismo de Estado. 


El cineasta Andrés Habegger. Foto gentileza: Agencia Andar.

-¿De qué se trata sus obras con la que participan de la exposición? 

IU- En la muestra, participo con parte de un ensayo fotográfico llamado “Fotos tuyas” que hice entre 2001 y 2002. El trabajo intenta mostrar el vínculo intenso y emocionante que hay entre las fotos de los desaparecidos y sus familiares.  

AH- Por mi parte, participo con dos largometrajes documentales: (H), historias cotidianas y El imposible olvido. El primero de ellos es mi primer documental: un relato con seis historias de hijos de personas desaparecidas. Se estrenó en 2001 en los cines de nuestro país. Y el segundo, se estrenó en 2016: un documental en primera persona, mediante el cual indago sobre la memoria, el olvido, acerca de mi vínculo con mi padre, con los vacíos y los relatos que se hacen a partir de las ausencias. Este es mi doble cruce como cineasta documentalista y, a su vez, como hijo de persona desaparecida. Mi producción tiene que ver con cómo estoy entramado con mi historia.

En estos dos documentales, lo que me interesaba mucho en ese momento era poder dar cuenta de nuestra mirada de la historia. Hasta ese momento, el relato que había de los setenta tenía que ver básicamente con militantes, con personas activas que habían elegido la militancia y que contaban desde esa perspectiva lo que fue la historia argentina, la lucha armada, los procesos revolucionarios, la dictadura, la persecución. Desde ese lugar, me interesaba narrar la versión de los hijos, que es distinta de la de los padres: estuvimos involucrados, pero no lo elegimos; y dónde quedaba nuestra mirada que, en ese momento, estaba lateral y era periférica. Yo tenía nueve años cuando mi padre desapareció y, aunque era un niño grande, tengo muy pocos recuerdos. Casi ninguno. Tengo un diario infantil que cuenta parte de mi historia y parte del vínculo con mi padre, lo que allí en ese diario escribía no lo tengo en la memoria. Entonces, lo que trato en mis obras es indagar dónde se alojan las cosas que uno pierde en la memoria, dónde se alojan los olvidos. 


Obra de Inés Ulanovsky.

-¿Cuáles son las cuestiones que más se destacan de la pieza, en relación con la construcción de la identidad? ¿Creen que en ese sentido, además, se modelan ciertas formas de la expresión colectiva callejera?

IU- A mí me gusta pensar que mi trabajo es un aporte a una construcción colectiva. No es casual que muchos de estos trabajos surjan a finales de los noventa y durante la crisis de 2001. Es ahí cuando como jóvenes nos preguntamos muchas cosas y buscamos tener un discurso propio. Lo hicimos desde la fotografía, la pintura, la literatura o el cine.

AH- Creo que, sobre todo, poner en imágenes, en palabras, en sonidos, parte de nuestra historia. Lo complejo de la historia de los setenta, del trabajo de los militares, es querer borrar la historia, sus relatos y huellas. Entonces, para mí, era y es esencial desde el arte y la palabra poner la historia en primer plano. Y cuando digo "historia" hablo del relato de la historia, porque no hay historia sin relato de la historia. Por eso, todo aquello que era periférico, que era invisibilizado, que tenía la palabra vedada, a partir del arte era ponerla en escena, visibilizarla. Y, a partir de ahí, es donde se puede generar entramados e identificación. Y desde esa trama e identificación, y de percibir lo colectivo, lo cercano y lo similar es que uno va construyendo identidad. Esto me pasó, te pasó, nos pasó como sociedad y creo que, a partir de ponerlo en palabras, en imágenes, en relato, es que la identidad se va construyendo. 

En relación con las formas de estetización de las marchas callejeras, pienso que en su momento los escraches con Hijos, la idea de trabajar con expresión artística, con performances, lo que hace es modificar y cargar de otros sentidos una expresión política en las calles. Creo que ya no es solo el cuerpo desplazándose en un espacio público, sino el cuerpo, poniendo una escena, generando una performance, una escena de otro orden que llama la atención, decir lo mismo pero con otras palabras. Creo que ese es el gran logro de las expresiones artísticas vinculadas a manifestaciones políticas: encontraron una forma accesible, llamativa y potente.

-¿Piensan que todavía hay cierto sector negacionista? ¿Las artes, en este caso, revierten, tensan, dislocan aquella posición?

IU- Sí, claro que hay un sector de la sociedad negacionista y que siempre lo será. Yo creo que nadie que piense que en este país no pasó lo que efectivamente pasó, una muestra le pueda modificar su idea; pero tal vez me equivoque. Ojalá me equivoque. Es muy contundente recorrer la muestra y ver, justamente, la contundencia que tiene a nivel artístico y, al mismo tiempo, político.

AH- No sé si cierto sector negacionista, pero sí lagunas de olvido, preferencias de olvido. Sí creo que, muchas veces, hay una tendencia a negar que lo tienen todos los humanos y hay momentos que son más potentes y que se intentan instalar en el discurso público y políticos. Y es eso lo problemático. La historia es compleja y lo que tiene que mostrar el arte es esa complejidad de nuestro pasado y presente, porque todo pasado se construye desde el presente y solo desde este hay perspectiva de futuro. El arte, creo yo, debe complejizar la historia y, al hacerlo, está en una vereda muy distinta a la de negar. No es negar, sino incluir y complejizar. Negar lo único que genera es ponerlo al costado, debajo de la alfombra, pero sigue existiendo. Lo que creo que debería hacer el arte es visibilizarlo, complejizarlo y decir lo que somos, lo que fuimos y lo que seguiremos siendo. Tenemos que hacer algo con todo esto que somos. Creo que eso es lo que debería decir el arte con lo doloroso, lo complejo y lo bello de la vida. 

Foto de portada: Grupo de Arte Callejero (GAC).