Andy Cukier y "el infinito potencial del podcast"
Andy Cukier y "el infinito potencial del podcast"

Andy Cukier y "el infinito potencial del podcast"

Entrevistas
Periodista, creadora de contenido digital y productora de contenido sonoro, Andy Cukier se dedica al universo de los podcasts, formato de gran popularidad en los últimos años en nuestro país.

Andrea Cukier es productora de radio, colaboró escribiendo en las publicaciones Ultrabrit, DMAG, el suplemento de tendencias de DMAG en el diario El Cronista, UNO, Revista Replay, El Intransigente y LadoH.com. 

Coordina anualmente la comunicación digital del festival de tecnología y entretenimiento digital Campus Party en las ediciones de Argentina, Uruguay y Paraguay. Es coordinadora de comunicación del Foro Latinoamericano de Emprendimiento Espacial de Space Latam y colabora anualmente con el equipo de Social Media de World Emoji Day.

Se dedica desde 2017 al universo de los podcasts realizando consultorías, impartiendo charlas, produciendo y editando tanto para particulares como para empresas. En 2018 cofundó Drop The Mic Argentina junto a Alejandra Torres y Federico Rusconi, una comunidad local de productores, conductores y entuasiastas del formato podcast, que fue galardonado en 2019 por el Consejo Profesional de Radio de Argentores por su aporte a la creación y fomento de nuevos espacios para podcasters.

Actualmente, produce audiolibros para Penguin Random House Grupo Editorial. Entre sus proyectos figuran Gatocracia, Crudo y Está bien no estar bien, junto a Gabuleta.

 

andycukier.com

 

-¿Cómo nació tu vocación por crear y producir podcasts?

-Siempre digo la misma frase porque me hace gracia: "A mí me criaron mi mamá, mi papá y Fernando Peña". Desde que soy chica escucho radio, como muchas personas que luego nos dedicamos a la comunicación, jugué "a la radio" grabando temas que me gustaban e inventando programas, siempre quería ser la locutora de los actos y a los 15 años comencé a escuchar "El Parquímetro", el mítico programa de radio de Fernando Peña en radio Metro. Su desfachatez y su talento inigualable hicieron que no pudiera pensar en otra cosa que hacer radio. Finalmente, terminé la secundaria, estudié Producción de radio en ETER pero, por cuestiones de supervivencia económica, tuve que trabajar de cualquier otra cosa ya que conseguir trabajo pago en medios de comunicación es bastante difícil. 

Al cumplir los 30 conseguí trabajo como periodista para una revista de moda y tendencias. Allí me tocó cubrir en 2015 el "boom de los podcasts" en Argentina, que fue cuando Luciano Banchero y otras personalidades de la radio comenzaron a producir podcasts de manera más profesional, y ahí me interesé por el tema. Empecé a escuchar podcasts de manera compulsiva, más en inglés que en español por una cuestión de disponibilidad, y me enamoré del formato sonoro narrativo, con ediciones muy cuidadas, casi como los radioteatros de antaño.

Comencé a darle forma a Gatocracia, mi primer podcast, de manera muy amateur, seguí estudiando el formato y recién en 2017 comencé a trabajar en producción. En 2018 me animé a publicar Gatocracia, ya con conocimientos profesionales y, casi al mismo tiempo, cofundé Drop The Mic con mis colegas Alejandra Torres y Federico Rusconi, mientras que me llegaban los primeros trabajos pagos para producir y editar podcasts para terceros.

 

-¿Qué potencial tiene el formato para comunicar?

-Es infinito el potencial del podcast. Al ser "on demand", no es necesario aferrarse a las marcas del tiempo. No existen el "ayer", el "mañana" ni los horarios. También es posible hacer un podcast contando las noticias del día y que otra persona, por motivos desconocidos, decida escucharlo meses o años después, pero el potencial del podcast es que podés abarcar cualquier temática y, salvo que vos des de baja ese contenido, sigue acumulando escuchas y personas interesadas durante años.

No se necesita una gran inversión para iniciar con un podcast: con acceso a internet, un celular o una grabadora de sonido y no mucho más, ya se puede producir un podcast. Posiblemente no tenga la mejor calidad de grabación o edición pero hay infinitos tutoriales en español y en inglés que enseñan a editar, a acustizar el espacio, a diseñar portadas, a utilizar programas gratuitos para grabar o editar, incluso en línea; en fin, es una gran herramienta para el aprendizaje también. Varias maestras me contrataron para consultorías sobre cómo dar en sus clases contenidos en ese formato, cómo hacer que los chicos se involucren con temáticas diversas creando su propio podcast y tambìén di muchas charlas en secundarios y universidades para jóvenes que querían aprender sobre el formato.

 

 

-¿Qué es lo más gratificante de este trabajo?

-Cuando realizo mis propios proyectos en formato podcast me apasiona poder compartir lo que vivió durante tanto tiempo en mi cabeza y cobró vida cuando lo publiqué para que cualquier persona pudiera escucharlo. Recibo comentarios muy amables de gente que disfruta mis episodios, que tal o cual episodio les dio ánimo en un momento difícil de sus vidas, que compartieron mi podcast con alguien querido o que consiguieron una información o un contacto por escucharme y que les sirvió para un trabajo, un proyecto y demás. Entablo una relación muy linda con las personas que me escuchan.

A nivel profesional, me da placer ser parte de proyectos que marquen la diferencia, que sean muy escuchados, que la gente comente que le gusta cómo está editado y que la mayoría de mis trabajos lleguen porque una persona para la que trabajé me recomendó con sus pares o colegas. Eso me gratifica y me hace saber que voy en la dirección correcta, que es comunicar desde la empatía, el amor por lo que hago y dejar una marca en otras personas.

 

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Entre otros, Andrea ha producido Los derechos no se aíslan, de Chicas Poderosas, Puto Lindo, con los mejores momentos en radio de Fernando Peña y Cómo hacíamos sin vos, serie original de Posta FM. También ha editado Me lo llevo a la tumba, de Liliana Viola, Franco Torchia y Tomás Balmaceda; Fiebre blanca, de Agustina Larrea y Tomás Balmaceda y Comadre, de Macarena Álvarez y Victoria Viola.

 

-En relación con la consultoría y edición, ¿siempre elegís proyectos afines a tus intereses o disfrutás de trabajar indagando en temáticas que a priori no llaman tu atención? 

-El trabajo, si bien me gratifica mucho y me da mucho placer, no deja de ser trabajo. No todos los proyectos me apasionan por igual aunque nunca trabajo en algo que vaya en contra de mis valores o de mis creencias, por lo tanto, si elijo trabajar con una persona es porque me gusta la idea, me gusta la energía que brinda esa persona o empresa, porque me gusta el mensaje o porque me dan la posibilidad de ser creativa en temáticas que nunca había tratado. En el mejor de los casos, todas esas cosas se conjugan, me pasa especialmente cuando colegas y amigos me contratan para sus propios proyectos.

 

-¿Cuál es el objetivo de Drop The Mic?

-Drop The Mic es una comunidad de gente que hace podcasts, ya sea desde la producción, edición, asesoramiento o guion. Compartimos el espacio con profesionales muy consolidados en la industria tanto como con personas que recién comienzan o tienen una idea y no la llevaron a cabo. La clave del espacio es el intercambio y la horizontalidad. En sus inicios eran encuentros presenciales que la pandemia cortó pero actualmente seguimos en actividad en el grupo de Whatsapp y Alejandra Torres, una de las co-fundadoras junto a Agustín Espada, miembro de la comunidad, publican periódicamente un newsletter y un podcast con noticias sobre la industria local e internacional.

 

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-Creás contenido propio como es el caso de Gatocracia, Está bien no estar bien y Crudo. Si bien son propuestas diferentes, todas demuestran tu interés por el cuidado de la salud mental. ¿Cómo se logra comunicar este tema de manera responsable?

-Es muy delgada la línea entre contar lo que me pasa a mí, para transmitir mi experiencia y hablar de un tema que es tan tabú que arruina incontables vidas de manera constante, y pretender aconsejar a otra persona no habiendo estudiado psicología ni teniendo las herramientas adecuadas. Por eso mismo, siempre explicamos -en el caso de Está bien no estar bien- que no somos profesionales, que no damos consejos, que contamos qué nos pasa, cómo nos hace sentir y qué hacemos nosotras, pero que eso no aplica para todas las personas. Insistimos en que consulten con profesionales y que investiguen qué tipo de terapia o tratamiento puede ser mejor para sus diagnósticos o patologías.

En mi caso, desde adolescente, tengo episodios de angustia generalizada, crisis de pánico, crisis de ansiedad y estrés post traumático. Cuando fue pertinente incluso tomé medicaciones y cambié varias veces de terapeutas y de estilo de terapia de acuerdo a mis necesidades. En esa búsqueda, lo más triste fue sentirme sola, que la gente confunda estar deprimida con estar triste, que banalice la ansiedad o la angustia, que tiene síntomas muy severos y las personas que las padecemos tenemos que trabajar, estudiar, formar pareja si queremos, viajar, relacionarnos con pares y demás, conviviendo con eso. Las familias muchas veces tienden a decir que lo que nos pasa es una pavada, que demos una vuelta, que tomemos sol, que vayamos de vacaciones, como si no fuera un trastorno real. Estoy generalizando, por supuesto. Lo que quiero decir es que se nos exige que le pongamos (más) esfuerzo como si fuera una cuestión de voluntad y no lo ven como una enfermedad real.

 

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Dicho esto, a través de internet conocí personas que se atrevieron a contar sus historias y empecé a conocer cada vez más gente "como yo", entonces entendí que es una temática muy tabú de la que nadie quiere hablar, que en los trabajos no se contempla que puedas ser una persona productiva pero que tengas dolores crónicos y necesites tomarte algunos días por año, que tener trastornos de la salud mental no implica que tengas una falla o no seas tan capaz como otras personas sino que tanto el cuerpo como la mente necesitan el cuidado correspondiente. 

La pandemia igualó esta situación y mucha gente que nunca había experimentado este tipo de trastornos por primera vez se enfrenta a dolores en el pecho, temblores, mareos, visión borrosa, miedo irracional y demás síntomas que para cualquiera de nosotros es un día "normal". Aunque por otro lado, se siguió banalizando la salud mental cuando mucha gente adujo que elegía no cuidarse y ver a sus familiares, parejas, amigos, hacer salidas no permitidas y relajar cuidados en pos de su "salud mental" cuando personas como yo realmente casi no hemos salido desde marzo 2020 más que para hacer compras o ir a una plaza y vivimos lo mejor posible dentro de las circunstancias. Es decir, la salud mental volvió a ser un tópico banal para tomarlo como excusas a comportamientos egoístas y nuevamente no somos tomados en serio.

Esto me pone furiosa y creativa a la vez. Por eso, sobre todo en Crudo, narro historias de autoficción que escribí yo; en Está bien no está bien hablo con una de mis mejores amigas sobre cómo nos sentimos al respecto; en Gatocracia hablo de gatos y cultura pop pero en algunos casos, de manera muy sutil, la referencia a la salud mental está presente. No se me ocurre que pueda crear algo propio en donde no involucre el tema porque es parte de mí.

 

-¿Qué le recomendarías a una persona que tiene ganas de dedicarse a esto pero no sabe por dónde empezar?

-Paciencia, práctica, invertir mucho tiempo de escucha, sumarse a Drop The Mic, preguntarle a otras personas, buscar charlas gratuitas en internet, hacer algún curso introductorio, sumar capacitaciones, practicar, equivocarse mucho, tener tolerancia a la frustración, no abandonar la idea después de seis episodios porque las escuchas no llegan de a miles. 

 

 

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