Andréi Tarkovski: el hombre que revolucionó el cine ruso
Andréi Tarkovski: el hombre que revolucionó el cine ruso

Andréi Tarkovski: el hombre que revolucionó el cine ruso

De cara a un ciclo de muestras, exposiciones y actividades en homenaje al gran cineasta soviético del siglo XX, repasamos los mayores hitos y obras de su vida
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Director, editor y actor de cine. Guionista y biógrafo. ¿Cómo fue que el ruso Andréi Arsényevich Tarkovski revolucionó el séptimo arte de la Unión Soviética y se convirtió en uno de los máximos referentes de la historia del cine?

Hijo de Arseni Tarkovski, reconocido como uno de los poetas rusos más destacados del siglo XX, y de María Ivánova Vishnyakova, también escritora, Andréi Tarkovski nació en 1932. Vivió gran parte de su infancia con su hermana, su madre y su abuela, luego de que sus padres se separaran y Arseni se fuera voluntariamente a participar como corresponsal de guerra de la Segunda Guerra Mundial. El cineasta siempre dijo que esa influencia femenina tuvo un rol fundamental en su desarrollo artístico.

Antes de entrar al mundo del cine estudió música, pintura y escultura, y aprendió lenguas orientales. Trabajó como geólogo en Siberia, estudió árabe, y pensó en dedicarse a la música y ser director de orquesta. Pero en 1954 se anotó en la célebre Escuela de Cine VGIK (Instituto Estatal de Cinematografía Panruso). Allí conoció al profesor Mijaíl Romm, quién sería su guía en el inicio del camino en el séptimo arte.

En 1956, Tarkovski dirigió su primer cortometraje, The Killers, inspirado en el relato de Ernest Hemingway, y en 1961 finalizó sus estudios con el mediometraje El violín y la apisonadora, un film sentimental para niños sobre la amistad entre un chico que toca el violín y un conductor de apisonadora. Esta cinta mostró el brillante talento del entonces muy joven director, que recibió el principal premio en el festival de películas estudiantiles de Nueva York.

Pero lo que haría que el mundo lo mirara sería su primer largometraje, La infancia de Iván (1962), que obtuvo el León de Oro del Festival de Cine de Venecia, convirtiéndolo en el primer cineasta soviético en recibir este galardón. Sin embargo, tras aquel gran comienzo empezó a tener serios conflictos con las autoridades soviéticas que se dispusieron a vigilarlo estrictamente, al temer que sus próximas películas no siguiesen los lineamientos del Partido Comunista. Eran días de Guerra Fría y cualquier denuncia hacia el régimen, aunque fuera indirecta o representada a través del arte, era reprimida. Así pues, le recortaron presupuestos y le negaron rodajes. Por este motivo tardó siete años más en estrenar su siguiente film: Andréi Rubliov (1969), que fue prohibido hasta 1971 y circulaba clandestinamente.

A pesar de estas restricciones, Andréi Tarkovski siguió filmando. Su siguiente película, Solaris (1972), fue aclamada aunque para él, según su propio testimonio, fue su película menos lograda, ya que en ella no había podido evadirse de las reglas del género de la ciencia ficción.

Luego, los problemas y limitaciones que le implicaban trabajar en la Unión Soviética comenzaron a hacerse insoslayables. El punto más álgido del conflicto sucedió en 1975, cuando un enfrentamiento con las autoridades debido a su película Zérkalo (El espejo), un denso film autobiográfico con una estructura narrativa radical, casi lo conduce a la cárcel. Dos películas y algunos años después, cansado de esquivar obstáculos y estar bajo el ojo soviético, Tarkovski huyó con su segunda mujer a Suecia, país donde filmó su última película, Sacrificio (1986), con la ayuda de los colaboradores del cineasta sueco Ingmar Bergman. El film, que Tarkovski terminó por montar ya muy enfermo de cáncer de pulmón, diseñando el sonido desde la cama de un hospital, fue multipremiado en el Festival de Cannes, un hecho sin precedentes en la historia del cine soviético. Andréi Tarkovski no pudo asistir a la premiación ya que estaba padeciendo los golpes de la enfermedad que terminaría acabando con su vida a los 54 años, el 29 de diciembre de 1986, en París.

Íntimo, controvertido, visionario pero también largo y difícil, complicado o inasible. Con un estilo magistral para fusionar realidad y sueño, con profundidad espacial, haciendo foco en la alternancia del color con el blanco y el negro o los sepias para mostrar diferentes niveles de la realidad. Con una narrativa original e innovadora e imágenes de profunda belleza y poesía. De todas estas maneras se ha leído y calificado el cine de Tarkovski, considerado un poeta del séptimo arte. Él se mostraba interesado en el ser humano y en su búsqueda de respuestas, en la decadencia de la verdadera espiritualidad en la sociedad moderna y la incapacidad de la humanidad para responder y estar a la altura de las demandas de la tecnología, con un rol cada vez más presente y predominante en la vida humana.

Las nuevas formas narrativas que exploró Tarkovski en su búsqueda de ir más allá del lenguaje cinematográfico influyeron en la nueva generación de cineastas. Él desarrolló una teoría a la que llamó “Esculpir en el tiempo”, en la que señalaba la capacidad de fijar el tiempo que tenía el cine. A partir de esta idea –decía– el cineasta debe esculpir un bloque de tiempo para dejar al descubierto la imagen cinematográfica. Después de su film El espejo (1975), Tarkovski anunció que se dedicaría por completo a seguir las premisas dramáticas de Aristóteles: concentrar la totalidad de una historia en un solo lugar, en un único día solar, desde que el sol sale hasta que vuelve a hacerlo, en algún momento del tiempo. Su film Sacrificio es considerada por muchos el perfecto reflejo de su legendaria teoría cinematográfica.

Pueden señalarse algunas constantes presentes en su narrativa fílmica como los elementos naturales (agua, fuego, tierra y viento) y ambientes industriales o inhóspitos por oposición; los sueños; dios y el mundo espiritual; el mundo del arte en todas sus formas, no como parte de la belleza del mundo sino como evocador de una belleza que está más allá de él; Rusia, lo ruso, su gente, su cultura, su historia, su forma de ser.

A pesar de haber realizado solo siete largometrajes en 25 años de carrera, según la explicación que él prefería, porque una bruja le había augurado una vez que solamente filmaría siete películas que serían importantísimas en la historia del cine, su legado es tan profundo como polémico y trascendente.

La Infancia de Iván (1962)

Su primera película, La infancia de Iván, está basada en un relato de Vladímir Bogomólov sobre el trágico destino de un niño de 12 años que queda huérfano durante la Segunda Guerra Mundial, luego del asesinato de su familia por los soldados nazis. Después de esto es "adoptado" por los soldados. Formalmente austera, recibió el León de Oro del Festival de Cine de Venecia y, con él, la atención de la prensa internacional. En esa cinta Tarkovski logra mostrar los horrores de la guerra desde el punto de vista de un niño de 12 años, cuya mentalidad está dañada por la dura realidad y por los sufrimientos que tuvo que experimentar. La crítica italiana lo acusó de azucarar con esteticismo burgués un relato de la clase obrera. El escritor francés Jean-Paul Sartre lo defendió.

Andréi Rubliov (1966)

Una película épica de 205 minutos que se centra en la vida del famoso pintor ruso del siglo XV. El filme consiste en varios relatos que unidos forman un amplio panorama de la dura vida del pueblo ruso bajo las invasiones tártaras. Llena de reflexiones filosóficas sobre los destinos del pueblo, la fe en dios y la difícil fortuna del artista. El filme fue severamente censurado por las autoridades soviéticas y hasta 1971 el público ruso no pudo ver la obra. Pese a las restricciones, la cinta pronto se convirtió en un gran evento del cine mundial. Recibió el premio de la crítica FIPRESCI y del Festival de Cannes, y entró en la lista de las 100 mejores películas del cine mundial. Hasta ahora Andréi Rubliov sigue siendo considerada una de las películas con más talento sobre la historia rusa. Fue su primera gran obra maestra.

 Solaris (1972)

La melancólica Solaris está basada en la famosa novela homónima del escritor polaco Stanisław Lem. La idea de esa película apareció después de que el cineasta viera el filme del estadounidense Stanley Kubrick 2001: una Odisea en el espacio, de 1968. Solaris está ambientada en una estación espacial, donde un grupo de astronautas se convierte en víctima del enigmático océano del planeta Solaris, que materializa sus recuerdos. Mediante esta trama, Tarkovski medita sobre la conexión del progreso técnico con los valores morales, la debilidad y pequeñez del ser humano ante los enigmas del Universo y muchas otras cuestiones filosóficas. El autor de la novela, Stanisław Lem, dijo que no le gustó la película porque no correspondía con las concepciones de su libro. Pero la cinta volvió a traer fama al director en Occidente y recibió varios galardones, incluido el premio especial del Festival de Cannes. Solaris se considera un clásico de la ciencia-ficción mundial.

Zérkalo (1975, El Espejo)

Este proyecto autobiográfico es la película más íntima de Tarkovski. El filme no tiene una trama única y refleja de forma artística las memorias del autor. Allí, él presenta su propia infancia durante la Segunda Guerra Mundial, las imágenes de sus padres, parientes y amigos. Es la visión retrospectiva de un artista que ya tiene más de 40 años, un íntimo retrato de época. En la cinta se puede escuchar la poesía del padre de Tarkovski, leída en voz alta por el mismo poeta. La película salta todas las convenciones del medio para crear un onírico ballet de recuerdos, sueños y fragmentos que documentan el contexto histórico. Para hacerlo reclutó a toda su familia, incluyendo su anciana madre y su segunda mujer, Larissa.

Stalker (1979)

Su gran obra maestra. Es una adaptación libre de una novela de los hermanos Boris y Arkady Strugatsky: Picnic en la carretera. Un científico y un escritor entran en “La Zona”, un lugar abandonado post apocalíptico, donde la materia cambia constantemente de aspecto, intenciones y lugar, cuyo corazón es un búnker con una habitación mágica que tiene la capacidad de cumplir los más recónditos deseos de una persona. Para sobrevivir a sus trucos pagan a un hombre (Stalker), el único capaz de reconocer las trampas que les pone el espacio y las tentaciones de la habitación. En esta cinta el cineasta profundiza en su particular estética narrativa con largas tomas, alternadas con diálogos filosóficos y poemas. Es una de las obras más complicadas del artista, ya maduro y experimentado en la vida y en el arte. Fue rodada en una estación hidroeléctrica abandonada en Estonia. No contento con la fotografía, Tarkovski rodó la película dos veces. Su ingeniero de sonido, Vladimir Sharun, ha asegurado en múltiples ocasiones que fueron los residuos químicos de la planta la causa del cáncer que acabó con él, con su mujer Larissa y con Anatoly Solonitsyn, el personaje del escritor. En la URSS la cinta no fue proyectada ampliamente, ya que los censores opinaron que no sería popular por su trama compleja y estilo meditativo. Pero en el extranjero Stalker fue aceptada con entusiasmo y galardonada con varios premios en Cannes y otros festivales internacionales.

Nostalghia (1983)

En 1982, Tarkovski llegó a Italia para rodar su siguiente película, Nostalghia, en la que narra la historia de un escritor asfixiado por el vacío existencial que agobia a los intelectuales cuando les sobreviene el éxito. El protagonista escapa de su infeliz matrimonio y huye a la Toscana, donde todo es sepia, para recoger material para su nuevo libro. Durante su viaje, el personaje conoce a varias personas que cambiarán su vida, entre ellos, un hombre que le advierte sobre el fin del mundo, dato que lo tranquiliza intensamente y lo lleva a reflexionar. La más formalmente oscura y menos favorita de las películas de Tarkovski se llevó sin embargo el Grand Prix de Creation y el Premio de la crítica en Cannes en 1984.

Sacrificio (1986)

Su última cinta, el melancólico drama místico Sacrificio, rodado en Suecia, refleja el respeto de Tarkovski por el gran director sueco Ingmar Bergman. El papel principal fue interpretado por uno de los actores preferidos de Bergman, Erland Josephson, y el camarógrafo de la película fue Sven Nykvist, quien también colaboró con Bergman en sus más destacadas obras. Es la historia de los amigos y enemigos de un crítico de teatro que viajan a su isla para celebrar su cumpleaños. Una vez allí, la radio interrumpe el festejo para declarar la Segunda Guerra Mundial. El protagonista promete sacrificar todo lo que ama, incluyendo su hijo de seis años, para deshacer la contienda.

*Tras la muerte del director se creó la Fundación Andréi Tarkovski, encabezada por su hijo Andréi, con sedes en Moscú, Florencia y París. Allí se conservan los archivos documentales del cineasta, que incluyen guiones, fotografías y artículos del propio director. Andréi Tarkovski, hijo del gran cineasta, ya se encuentra en nuestro país para presenciar las inauguraciones del ciclo de muestras, cine y homenajes a su afamado padre.

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