Mitos y verdades sobre la sociedad en la época de la Independencia
Mitos y verdades sobre la sociedad en la época de la Independencia

Mitos y verdades sobre la sociedad en la época de la Independencia

Historia
¿Cómo se vivía a comienzos de 1800? En esta nota, la especialista Evangelina Andrea Ledesma Bussoli -licenciada en psicología y creadora de la Sociedad Victoriana Augusta Argentinate- te cuenta qué se comía, cómo se vestían, qué música bailaban y otros mitos de la sociedad del 1800
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El 9 de julio celebramos nuestra Declaración de Independencia, una decisión tomada en el año 1816 por el Congreso de Tucumán, que implicó la formal ruptura de los vínculos de dependencia política de las Provincias Unidas del Río de la Plata con la monarquía española. Mucho nos enseñaron a lo largo de nuestra vida sobre esa época, y muchos mitos se tejieron alrededor de esos años. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo nos seguimos preguntando: ¿Cómo se vivía? ¿Cuáles eran las costumbre de la sociedad en cuanto a vestimenta, comida, bebida, entre otras costumbres?

Mitos y verdades

Evangelina Andrea Ledesma Bussoli es licenciada en psicologia y creadora de la Sociedad Victoriana Augusta Argentina, una asociación sin fines de lucro, creada en el año 2009 y dedicada a la recreación, divulgación histórica de todos los aspectos de la sociedad civil. Y explica: Siempre me gustó la historia. Hace 10 años me dedico a la recreación histórica y por eso creé la filial argentina de la Sociedad Victoriana Augusta Argentina, a partir de la española que conocí virtualmente”. Y agrega: Mi antepasado español, por parte de mi abuela paterna, el capitán Pedro Sanchez Valderrama llegó al continente cuando Buenos Aires era una aldea. Llegó con Hernandarias (gobernador del Río de la Plata) y, en el marco de las Guerras Calchaquíes (mediados del siglo XVII), lo destinaron a Cuyo para pacificar la zona. Se quedó y fundó en La Rioja, el pueblo Tama. Mi abuelo era diputado y mi padre sirvio como diplomático”.

La entrevista

Evangelina nos lleva de paseo a esos tiempos, para conocer algunas verdades y mitos de las costumbres que hacen al año 1816.

-¿Cómo se vestían realmente en esa época?

-Un mito para derribar es que NO se usaban vestidos con miriñaque, como muestra el imaginario popular". Socialmente se aplican los cambios instaurados en la Revolución Francesa de 1789. Uno de esos cambios fue el estilo de la vestimenta. Buenos Aires siempre fue permeable a la moda europea, con sus toques autóctonos y manteniendo aún una influencia española. Las telas se traían de Inglaterra, Francia, Bélgica, etc.

-¿El mate se compartía?

-El mate se tomaba solo, no se compartía. La criada de la casa disponía de la pava e iba sirviendo el agua conforme lo requerían. El mate era más pequeño que el que usamos ahora y podía ser de plata, peltre, labrado, con patas.

-¿Había diferencia en los bailes y las danzas de acuerdo a las clases sociales?

-La clase alta NO bailaba las danzas populares, folclóricas, como el cielito, pericón, zamba. Cada sector social tenía sus lugares y estilos de bailes. La clase alta solía bailar danzas de salón como el minuet, contradanzas, vals, gavotas, passpied, reels, cuadrillés.

-¿Qué diferenciaba las reuniones de clases altas de las populares?

-Las tertulias eran reuniones semanales, convocadas con una función cultural y servían de medida de prestigio de cada familia. Las más encumbradas recibían a las máximas autoridades y a ellas aspiraban a integrarse los que deseaban “pertenecer” al círculo de la elite. Para hacerlo, era necesario ser ya contertulio habitual o concurrir con quien ya lo era. Ninguno se atrevía a llevar consigo a personas que no se considerasen “adecuadas” por su rango o condición, en un protocolo no escrito”.

-También se realizaban saraos, reuniones en casas de familias de “vecinos”, que tenían como finalidad la diversión, con baile, música y conversación. Una diferencia entre saraos y tertulias estaba marcada en el rol participativo de la mujer. Mientras que en los saraos las mujeres animaban la fiesta con su canto, ejecutando algún instrumento y como parejas en el baile, en las tertulias era posible que el ama de casa, las demás integrantes femeninas de la familia y unas pocas amigas (llegadas acompañando a sus maridos) viviesen en su estrado condenadas a las “bagatelas”.

-¿Qué se comía y bebía en las tertulias y saraos?

-Se tomaba mate, refrescos, y chocolate caliente, según la época. El vino se tomaba en el almuerzo (entre las doce y las 15 horas). El vino genérico era el carlón, y el listán, provenientes del Cuyo. El mate se tomaba en el desayuno y en la previa de la cena, entre las seis y las siete. Se hacían tostadas, dulces. Se comía frutas de estación, membrillos de Mendoza, arroz con leche, dulces varios, y había granizados con nieve endulzada.

-Entre los sabores dulces que adoraban pobres y ricos, estaba la natilla a base de leche, huevo y azúcar o miel, los alfeñiques o rosquitas de azúcar -pasta de azúcar cocida y estirada en barras muy delgadas y retorcidas- el arroz con leche, los bocaditos de papa, los pastelitos de membrillo, la mazamorra, los buñuelos, el dulce de leche, la miel, las frutas, los duraznos, que en Mendoza, los secaban convirtiéndolos en orejones, para disfrutarlos también en invierno”.

-¿Cómo era la vida de las mujeres? ¿Qué reglas debían aceptar?

-Las hijas nunca se veían sino en compañía de las mamás o de alguna parienta o amiga casada. Las solteras no podían salir de paseo sino en compañía de casadas. Caminaban en fila, una detrás de otra. Saludaban con el cortés y elegante movimiento del abanico. La mamá iba siempre detrás. Si un amigo se encontraba con el pequeño grupo de familia, le era permitido sacarse el sombrero, dar vuelta, acompañar a la niña que más le gustase, y decirle todas las lindas cosas que se le ocurriesen; pero no había apretones de mano ni ofrecimiento del brazo. La matrona no se cuidaba de oír la conversación de la joven pareja; se contentaba con “ver” que no se produjese ninguna impropiedad práctica o indecorosa familiaridad. Lo mismo sucedía si se visitaba una casa. La madre se apresuraba a entrar en la sala y permanecía presente, con su hija, durante toda la visita.