Historietas en la Biblioteca Nacional: entre la pedagogía y la política

La muestra "Rubén Sosa. De vuelta en casa" incluye obras inéditas que fueron donadas por la familia del dibujante


La Biblioteca Nacional inauguró la muestra "Rubén Sosa. De vuelta en casa". La exposición reúne una selección de las 500 obras inéditas en el país que, recientemente, fueron donadas al Archivo de Historieta y Humor Gráfico por la esposa y las hijas del dibujante argentino, fallecido en 2007. Puede visitarse hasta el 30 de abril de 2016 en la Plaza del Lector Rayuela y en la Sala Leopoldo Lugones, de la Biblioteca Nacional.

"Rubén Sosa. De vuelta en casa" incluye reproducciones del primer capítulo de la historieta “Un hombre normal”, expuestas en la Plaza del Lector Rayuela, más un conjunto de dibujos (tintas, rayados, acuarelas) que Sosa realizó y publicó en medios europeos, exhibido en la Sala Leopoldo Lugones.

En la misma ceremonia, se presentó Historietas x la identidad, el libro que la BN editó con Abuelas de Plaza de Mayo y que recoge treinta y cinco “historias concretas”. No se trata de un libro cualquiera: cada uno de sus capítulos atesora una anécdota. Cada anécdota, narra una ausencia. Cada ausencia, promueve una búsqueda.

“Corporizar estas ausencias en una computadora o en un papel es un modo de resistir a los desaparecedroes, de rescatar a las víctimas del agujero negro que implica en cada subjetividad, una identidad ocultada, cambiada o incompleta. Así, el arte deviene en tabla simbólica de restitución”, se lee en el prólogo.

Detras de toda viñeta... hay una gran mujer

En 2000, Judith Gociol publicó La historieta argentina. Una historia. Escrito junto con Diego Rosemberg, el libro conjetura una trayectoria del humor gráfico que abre la mirada hacia el devenir cultural en nuestro país.

Años más tarde, con José María Gutiérrez, ajustó el foco sobre las realizaciones del género publicadas entre 1907 y 1929, en el libro La historieta salvaje.

Buceadora incansable en la cultura popular, Judith Gociol forma parte del equipo fundador del Archivo de Historieta y Humor Gráfico Argentinos de la Biblioteca Nacional, que se inauguró en 2012 y que contiene trabajos de Alberto Bróccoli, de Alberto Cognigni, de Eugenio Zoppi, de Eduardo Maicas, entre muchos otros, así como la obra completa de Trillo-Grillo.

“Nos dimos cuenta de que había una cantidad de material en manos de artistas mayores o de familias de artistas que ya habían muerto que sabían que eso era valioso. No lo querían tirar, pero no sabían qué destino darle”, recuerda Judith.

“Entonces propusimos complementar el archivo de la Biblioteca en el que tenemos libros y revistas, con fotos, bocetos, originales y objetos personales que no tenían un lugar específico donde guardarlos hasta ese momento. Luego sumamos materiales de artistas vivos. De modo que el archivo surgió de esa necesidad. Pero también de la idea de que el humor gráfico y la historieta, en tanto expresiones de la cultura popular, ya son parte de la cultura. Por lo tanto, está bien que estén en la Biblioteca cuya función es la preservación y el resguardo”.

Un sueño cumplido

“Contar con la obra de Sosa —señala la investigadora—, implica haber rescatado a un artista casi desconocido en su país pero que, sin embargo, dialogó todo el tiempo con la historia nacional. Para nosotros fue muy importante, además, por cómo se dio. Contacté a la viuda de Sosa, Flora Beker, a través del guionista Diego Agrimbau. Le conté qué hacíamos en el archivo y que había una página web donde se podían visualizar todos los materiales. Una de las cosas en las que hice hincapié fue que queríamos dar visibilidad a artistas argentinos que vivieron afuera. Porque hay una cantidad enorme de producción de humor gráfico que no se conoce ya que, directamente, no circuló por Argentina”.

La respuesta de Flora no se hizo esperar: “Me llamó tiempo después, para decirme que ella y sus hijas habían decidido donar 500 trabajos originales. Habían explorado la página web de nuestro archivo y encontraron que Eugenio Zoppi también donó parte de su acervo. El azar quiso que Zoppi haya sido el maestro de Rubén Sosa. ¡Fue ahí cuando sentí una gran satisfacción! Porque entendí que se estaba cumpliendo nuestro sueño de que, algún día, el archivo se sostuviera solo”.

El círculo empezaba a cerrarse en una doble dirección: la preservación y la divulgación. Como había ocurrido con otras donaciones privadas, cuando Flora Beker envió a la Biblioteca Nacional las tres valijitas plásticas con las láminas de Rubén Sosa, revitalizó el archivo, lo volvió dinámico, lo enriqueció. Al mismo tiempo, le confió a esa institución, el resguardo de la obra.

“En este caso particular, se sumaba el hecho de que, al ser un autor que quedó relegado por vivir lejos y no publicar aquí, esto es casi una repatriación. Recuperamos materialmente los trabajos y, a través de ellos, el talento, la versatilidad, la maestría del creador. Por eso el título de la muestra”.

La historia en viñetas: política y urgencia

En el prólogo del catálogo de "Rubén Sosa. De vuelta en casa", Alberto Manguel escribió: “Rubén Sosa, quien colaboró con Oesterheld durante los años cincuenta, fue un artista de extraordinario talento, reconocido internacionalmente. La Biblioteca Nacional ha decidido honrar la obra de Sosa conmemorando al mismo tiempo el 40 aniversario del golpe militar de 1976”.

En la misma perspectiva, Judith Gociol desenvuelve los puntos de contacto entre la muestra de Sosa y el libro de Abuelas: “Ambos conciben la historieta como una herramienta política y, desde allí, un intento de intervención en la realidad. Rubén Sosa lo hizo en el momento en que sucedía, ya que El hombre normal fue escrita en plena dictadura y publicada en Europa, donde funcionó como denuncia”.

“En cambio, Historietas x la identidad delata la gran deuda pendiente de los derechos humanos: encontrar a los chicos que fueron secuestrados durante la última dictadura militar. En ese sentido, el libro tiene esa urgencia”. 

El Archivo de Historieta y Humor Gráficos Argentinos se puede consultar en www.bn.gov.ar.