30 años de la compañía teatral Comedia Negra de Buenos Aires
30 años de la compañía teatral Comedia Negra de Buenos Aires

30 años de la compañía teatral Comedia Negra de Buenos Aires

Afro
Creada en 1987 por las hermanas afrodescendientes Susana y Carmen Platero, la Comedia Negra recorrió un largo camino hasta llegar a consolidarse en la escena porteña
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Todo comenzó con una familia tradicionalista, una historia latente y una intuición. “Mi tatarabuela por parte de mi mamá vino de África y se radicó con su familia en Buenos Aires, en San Telmo”, comienza a narrar Juan Platero, hijo de Carmen. “Luego, mi bisabuelo, Tomás Braulio Platero, logró vencer los prejuicios de la época, comenzó a estudiar y se graduó de escribano. Fue uno de los primeros profesionales afrodescendientes en la diáspora y un hombre muy importante en su tiempo: entre otras cosas, fue uno de los fundadores de la Unión Cívica Radical y presidente de la sociedad de socorros mutuos La Protectora, una sociedad benefactora que ayudaba a la comunidad afrodescendiente”.

De ese abuelo transgresor, emprendedor y profesional, siguió creciendo la familia Platero, en la que el mandato para sus (muchos) hijos era que todos debían formarse y tener una carrera universitaria. Aunque Carmen deseaba estudiar Psicología o Filosofía, en su casa le decían que esas profesiones solo le augurarían un futuro de hambre y la enviaron a la Facultad de Derecho de La Plata. Avanzó en la carrera hasta que terminó de darse cuenta que eso no era para ella y la abandonó. Entonces, su madre comenzó a desesperar. Como Carmen era una de las cinco mujeres que había entre los hermanos, le tocaba, junto a las demás, poner y levantar la mesa después de las comidas, todos los días. Un día de 1959, al recoger su plato, se encontró con un recorte de diario que anunciaba la apertura de la inscripción para la Escuela de Teatro de la Provincia de Buenos Aires. Su madre, aunque tradicionalista, había visto algo en su hija y la alentó en su deseo por estudiar actuación.
Allí empezó un arduo recorrido. Luego de cuatro años de estudios, comenzó a contactarse con otros grandes maestros como Augusto Fernández, Carlos Gandolfo, Darío Fo y muchos más. Durante seis años, no solo continuó sus estudios como actriz, sino que se formó en puesta en escena, dirección de actores y perfeccionamiento de la voz. Hasta que se sintió lista para subir a escena.

Caramelos, frutillas, bombones”, fueron sus primeras palabras en el teatro, según contó Carmen a la diaria, un periódico digital uruguayo: “Me fui a un teatro muy especial, teatro de investigación, que hacía un grupo muy importante de Buenos Aires, Fray Mocho. Fui a pedir trabajo, eran comunistas y me dijeron: ʻAcá hay que empezar de abajoʼ. Me dieron una cajita con dulces y me hicieron vender entre función y función. Yo pensé: 'Seis años me preparé, no voy a vender caramelos'. Con el tiempo me casé y me dije: 'Yo no quiero abandonar la casa, a mis chicos, ni a mi marido. ¿Qué hago?: unipersonales'”.

Así se convirtió en una trabajadora independiente, aunque sin demasiado éxito por no ser conocida. “En todas mis obras cantaba tangos, milongas y candombes, y decía poemas. No era un espectáculo al estilo tradicional; cantaba lo que contaba, había una especie de fusión entre el canto y la poesía”, describió.

En eso estaba cuando, en los 70, a su hermana Susana, que era una gran cantante, se le ocurrió comenzar a trabajar sobre la cultura afroargentina en el teatro. Así fue como, mientras la mayoría de las expresiones artísticas afroargentinas pasaban por la música, ellas eligieron la dramaturgia para contar la historia de su comunidad y su cultura, esa que no aparecía en los libros y manuales escolares, y que en la actualidad continúa siendo poco difundida. Carmen y Susana presentaron varios espectáculos que tenían un solo objetivo: denunciar la discriminación, el racismo, la exclusión y el silencio que padecía su cultura.

Con el mismo fin fue que, a mediados de la década, decidieron hacer una obra sobre la esclavitud y la afrodescendencia en Argentina, que marcaría un antes y un después en sus vidas y carreras: Calunga Andumba.

Calunga es la diosa del mar, de origen bantú; Andumba una onomatopeya afrorrioplatense que incita al movimiento, otro desafío que se proponían las creadoras. La obra se estrenó en 1976, luego de dos años en los que Carmen y Susana Platero se dedicaran a investigar exhaustivamente y recopilar material sobre la cultura afro y la esclavitud argentina, un país que hasta hoy se piensa como una tierra sin un pasado esclavista.

Ellas se sumergieron en la historia y hallaron actas de venta y liberación de esclavos, averiguaron cómo era la esclavitud, cómo marcaban a los esclavos, dónde los remataban. Luego, montaron un espectáculo con diferentes cuadros y situaciones, con voz y canto. “Una historia contada y cantada de la negritud argentina, desde la colonia hasta ese momento actual”, dirá Carmen en otra entrevista a la prensa.

La obra fue bien recibida por la crítica que elogió la propuesta, pero la dictadura cívico militar que irrumpió ese año la censuró. Ambas hermanas se exiliaron. Susana viajó a África y Carmen a Europa. Con la vuelta de la democracia, las dos regresaron al país y recomenzaron juntas su proyecto teatral, esta vez enmarcándolo en una propuesta formal: abrieron una convocatoria para fundar un grupo de teatro. El resultado fue la creación, en 1987, de la Comedia Negra de Buenos Aires, una compañía de la que participaron afroargentinos, afrouruguayos, afroperuanos y afrobrasileros. Poco tiempo después de su formación, reestrenaron Calunga Andumba, no sin una lucha ardua para conseguir una sala.

A lo largo de 30 años, la obra volvería a escena en diferentes contextos y con diversas repercusiones. También su público iría cambiando: mientras que en los 70 estaba compuesto en su mayoría por académicos (antropólogos, sociólogos, historiadores), que la tomaban como material de estudio, en los 80, con el nuevo despertar democrático, los espectadores se diversificaron.
Sin embargo, Carmen afirma que el racismo nunca dejó de perseguirlas y obstaculizar su paso. Esta tendencia reproduce sus esquemas en el arte cuando al audicionar para una obra a las mujeres negras les están reservados los papeles de mucamas o, como en el caso de las hermanas Platero, cuando deben pelear incansablemente para que las atiendan y les cedan un espacio, siempre marginal.

Carmen asegura que lo que mantuvo en pie a la Comedia Negra fue el amor y la perseverancia. “Tenemos una tradición que no hemos perdido –dice Juan Platero–. La Comedia Negra de Buenos Aires se hizo para mantener los lazos con África y lograr la visibilización y el reconocimiento de los afrodescendientes en Argentina. Fue la primera organización afro en el país. Ahora hay muchas, pero la Comedia es pionera en lo que se refiere la Argentina y la región. No hay muchas iniciativas afros con respecto al arte”.

El sueño de Carmen, según le dijo a la diaria, es armar una Compañía de Teatro Afro-Rioplatense, con actores argentinos y uruguayos. Y está a punto de cumplirlo. Su hijo Juan nos dio la primicia. “Estamos organizando AfroTandil, del 23 al 25 de noviembre, allí se va a anunciar la creación de la Comedia Afro-Rioplatense. Va estar compuesta por actores afroargentinos y afrouruguayos. Las identidades que han estado separadas por muchos años se van a unir en el arte, en la identidad rioplatense”.