Víctor Jara, la canción de los pueblos
Víctor Jara, la canción de los pueblos

Víctor Jara, la canción de los pueblos

Efemérides
Fue un trabajador incansable de la cultura latinoamericana y hoy hubiera cumplido 89 años. Asesinado en 1973 por la dictadura de Pinochet, su voz permanece viva en la memoria y el canto de las nuevas generaciones.
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                                                                                                    “Que no es guitarra de ricos

                                                                                                      ni cosa que se parezca

                                                                                                      mi canto es de los andamios

                                                                                                      para alcanzar las estrellas,

                                                                                                      que el canto tiene sentido

                                                                                                      cuando palpita en las venas

                                                                                                      del que morirá cantando

                                                                                                      las verdades verdaderas,...”

                                                                          Fragmento de la canción Manifiesto, de Víctor Jara

 

Víctor Lidio Jara Martínez nació el 28 de septiembre de 1932, posiblemente en el poblado de Quiriquina, en la Región de Ñuble, Chile. Fue el anteúltimo de los seis hijos de Amanda Martínez y Manuel Jara, campesinos pobres sin más contacto con el arte que los versos y melodías del cancionero popular de la época. 

Tras unos años en la localidad de Lonquén, cuyos paisajes serían parte del “paraíso perdido” de Víctor Jara, Amanda se mudó con sus hijos a la actual comuna de Estación Central, en Santiago de Chile. Con su hermano Lalo, Víctor comenzó a estudiar en el Liceo Ruíz Tagle mientras frecuentaba a la Acción Católica en una iglesia cercana al puesto de comidas donde trabajaba su madre. En esos años, mediados de los cuarenta, se lo podía encontrar guitarra en mano entonando cuecas y los éxitos de Lucho Gatica, dirigiendo una troupe improvisada con amigos en alguna pieza teatral, recitando poemas de su autoría o disputando picados en los que siempre sobresalía como puntero derecho. En el recuerdo de sus amigos se fijó el más fiel de los retratos de Víctor Jara como artista adolescente; “Dotado de una serie de condiciones poco comunes, una dentadura perfecta, una sonrisa cinematográfica que no tenía relación con la vida dura que había llevado. (...) lo que destacaba a Víctor era una predisposición extraordinaria para lo artístico, era capaz de imitar el vuelo de los pájaros o de las mariposas por medio de gestos, transformándose él en ave moviendo todo su cuerpo”.

En marzo de 1950, la muerte de su madre Amanda sumió a Víctor en un enorme dolor. Dejó sus estudios de contabilidad para ingresar al Seminario Redentorista de San Bernardo, tal vez en un intento por encontrar refugio a su desolación.

“(...) el desencuentro con un mundo que has mantenido sólido, casa y afecto maternal y de pronto desaparece y desaparece todo...”, Victor Jara.

El sacerdocio finalmente no fue su vocación, pero Víctor siempre rescataría las experiencias de vida comunitaria y también la participación en el coro gregoriano como lo más valioso de los dos años que pasó en el seminario. Apenas devuelto a la vida secular le tocó cumplir con el servicio militar obligatorio. Una observación suya de aquel momento sobre quienes integraban las instituciones armadas podría ser parte de una explicación de la tragedia en la que va a sumirse Chile dos décadas más tarde: “Creo que el militar profesional, por el hecho de llevar uniforme y tener autoridad sobre el resto de los efectivos, pierde el sentido de su propia clase”. 

Conciencia de clase, amor por la memoria popular, sentido de lo colectivo y lo comunitario, fueron tal vez los principales rasgos definitorios de la persona y la proyección cultural de Víctor Jara. El arte por el arte, sin vínculo consciente con la realidad social y política, no era lo suyo. 

En 1953 se integró al Coro de la Universidad de Chile, con el que actuó por primera vez en una puesta de Carmina Burana de Carl Orff. Al poco tiempo ingresó también a la Compañía de Mimos de Enrique Noisvander. Cada vez más cautivado por las posibilidades del lenguaje escénico, comenzó la carrera de teatro en la Universidad de Chile. Allí conoció a la bailarina inglesa Joan Turner, su compañera hasta el final. 

Archivo Víctor Jara

Paralelamente a sus estudios de teatro, Víctor Jara se hizo un participante activo del movimiento de revaloración de la música folclórica chilena, investigando y recopilando el canto popular de distintas regiones del país. Por entonces comenzó su relación con estudiosas de la cultura folclórica como Violeta Parra, cuya obra se transformó en uno de los faros de su derrotero artístico. Por entonces, participó en un disco del Conjunto Cuncumén con una de las canciones por él recopiladas, Se me ha escapado un suspiro

Archivo Víctor Jara

Durante toda la década del '60, Víctor Jara desplegó una intensa actividad como director de teatro y compositor. En el Conjunto Cuncumén, con el que realizó giras por varios países socialistas de Europa, fue además de cantante, bailarín y director artístico. También colaboró con Quilapayún, como autor, cantante y director. Mientras se editaban sus primeras canciones como solista se lo podía encontrar habitualmente en la la Peña de los Parra, junto a Ángel e Isabel Parra y el cantautor y escritor Patricio Manns, entre otros. En ese ámbito, se estaba gestando el movimiento de la Nueva Canción Chilena.

La publicación de su cuarto disco Pongo en tus manos abiertas, en 1969, le dio a Víctor una enorme proyección pública que no hizo más que redoblar su compromiso como cantor del pueblo. “Soy folklorista, soy un hombre de extracción popular. Aprendí desde pequeño el lenguaje de los más, que son los más humildes y humillados. Conocí las sílabas del viento, de la poesía hermosa y natural de la vida  allá en el campo. Mi madre me enseñó a cantar. Hoy estoy feliz con lo que hago pero también descontento o impaciente porque hay mucho que hacer. A veces quisiera ser diez personas para hacer diez cosas que el pueblo necesita”, dijo alguna vez.

Al disco Pongo en tus manos abiertas le siguieron Canto libre (1970); El derecho a vivir en paz (1971); La población (1972) y Canto por travesura, al año siguiente. Para el comienzo de la década de 1970, Víctor Jara se había convertido en un verdadero embajador de la cultura de Chile y Latinoamérica en el mundo. Las giras con sus canciones y los proyectos teatrales lo llevaron a la Habana, Londres, Nueva York, Moscú, Berlín, Buenos Aires, Bogotá, Montevideo y Lima, entre muchas otras ciudades. En Helsinki participó en el Encuentro Internacional con la Juventud Vietnamita.

La Guerra de Vietnam fue una de las realidades más repudiadas por los sectores culturales y políticos internacionales de la época. Profundamente involucrado con el dolor causado por esta tragedia, Víctor dirigió Viet Rock, de Megan Terry: “La obra no es solamente un retrato de esta guerra, de sus horrores, de miles y miles de vietnamitas muertos día a día por defender lo que es de ellos contra las hordas invasoras del Pentágono. Es mucho más. Es el drama de gran parte del pueblo norteamericano: de la madre, del soldado que es enviado a una guerra que a él le parece extraña”, Víctor Jara.

La canción El derecho de vivir en paz, grabada en 1971, la había dedicado al líder del vietnamita Ho Chi Minh.

Víctor Jara fue militante de las Juventudes Comunistas. Su compromiso con el futuro de Chile lo llevó a participar con su música no solo en movilizaciones políticas sino también en los espacios propios de las bases populares. 

Archivo Víctor Jara

Junto con otras personalidades de la cultura chilena, Víctor Jara trabajó comprometidamente con el proyecto político de la Unidad Popular que llevó al gobierno en 1970 la opción socialista de Salvador Allende. En esos años tuvo una actuación destacada, vinculada a las políticas culturales. En 1973 hizo su última visita a Cuba para asistir al Encuentro de Música Latinoamericana, como representante de Chile. 

El golpe militar del 11 de septiembre de 1973 contra el gobierno de Salvador Allende sorprendió a Víctor Jara en la Universidad Técnica del Estado, para participar en una actividad junto al presidente. Un grupo de militares cercó los edificios de la universidad y detuvo a funcionarios, docentes y estudiantes, quienes debieron pasar la noche en la Escuela de Artes y Oficios, para ser trasladados a la mañana siguiente al Estadio Chile, para entonces convertido en campo de concentración.

En el Estadio Chile Víctor Jara escribió su último poema; Somos cinco mil, que más tarde llegaría a las manos de su compañera Joan.

"¡Qué espanto causa el rostro del fascismo!

Llevan a cabo sus planes con precisión artera

sin importarles nada.

La sangre para ellos son medallas.

La matanza es acto de heroísmo.

¿Es éste el mundo que creaste, Dios mío?

¿Para esto tus siete días de asombro y de trabajo?"

Fragmento del poema Somos cinco mil, de Víctor Jara

Luego de ser sometido a torturas durante varios días, Víctor Jara fue asesinado el 16 de septiembre de 1973.

 

“Yo canto a los que no pueden ir a la universidad, a los que viven penosa y duramente de su trabajo, a los que son abusados, a todos esos que se llaman pueblo, con toda la magnificencia que encierra la palabra”, Víctor Jara.

 

Historia de una canción

Solo en un cuarto de una pensión inglesa, Víctor Jara compuso en 1968 la canción que con el tiempo se transformaría en un himno al amor y la lucha obrera: Te recuerdo Amanda. Había llegado a Inglaterra invitado por el British Council para realizar actividades relacionadas con la dirección teatral. Sobre esta canción diría más tarde: “Ya tenía algo en mi cabeza. Es la historia de una pareja joven de obreros que conocí. Me hice amigo de ellos, supe de sus problemas y sentí cuando se separaron. En el hotel donde vivía en la capital inglesa, acompañado de mi guitarra, di forma a la canción”.

Hubo dos Amandas en la vida de Víctor Jara: su madre y la menor de sus hijas. Para el personaje masculino de la canción eligió en nombre de su padre: Manuel.

Del canal de Youtube Victor Jara - Música

 

¡Víctor Jara, presente! ¡Ahora y siempre! 

La muerte de Víctor Jara conmocionó a la comunidad cultural del mundo entero. Con los años, personalidades como Pete Seeger, Harry Belafonte, Joan Manuel Serrat, Bono, Peter Gabriel, Harold Pinter, Darío Fo, Emma Thompson, Vanessa Redgrave, Rafael Alberti, Ernesto Cardenal y Vicente Aleixandre, entre muchos otros, sumaron sus voces a los reclamos por su asesinato. Las acciones llevadas adelante por su viuda Joan y sus hijas Manuela y Amanda, desde la Fundación Víctor Jara, permitieron avances en el esclarecimiento de los hechos, la justicia y la preservación de la memoria de este cantor del pueblo. A partir de 2003 el Estadio Chile pasó a llamarse Estadio Víctor Jara.

Sus canciones fueron interpretadas por artistas de diversas nacionalidades y generaciones, entre ellos: Fito Páez, Silvio Rodríguez, Fermín Muguruza, Boom Boom Kid, Ana Tijoux, León Gieco, Víctor Heredia, Javier Calamaro, Ratos de Porão, Joan Báez, Pedro Aznar, Ana Belén, Bruce Springsteen, Rage Against the Machine y Los Jaivas.

En octubre de 2019, la sociedad chilena fue protagonista de numerosas jornadas de movilización, en pie de lucha por un modelo alternativo al neoliberalismo imperante de las últimas décadas. A pesar de la feroz represión, el estallido siguió hasta marzo de 2020 en todo el país. Como resultado, Chile consiguió iniciar un proceso constituyente que pondrá fin a la herencia constitucional pinochetista y también configurar un nuevo escenario político con mayor participación de fuerzas progresistas. Como una figura tutelar de esa epopeya, Víctor Jara estuvo presente con la imagen de su rostro en miles de pancartas y en las voces de una multitud que reinventando y parafraseando su canción El derecho de vivir en Paz recorrió las calles de Chile para reavivar el sueño truncado en septiembre de 1973.

Del canal de Youtube Victor Jara - Música
 
Fuentes: Fundación Víctor Jara, Universidad de Santiago de Chile.