Tres consejos para convertir una idea en un proyecto cultural comunitario
Tres consejos para convertir una idea en un proyecto cultural comunitario

Tres consejos para convertir una idea en un proyecto cultural comunitario

Comenzó la segunda etapa de capacitación en gestión para promotores culturales; estas son las conclusiones del primer encuentro

Formación para Promotores Culturales es un proyecto diseñado por la Dirección Nacional de Formación Cultural (DNFC) en conjunto con la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión y la Fundación Lebensohn, que busca fortalecer la gestión cultural que realizan agentes culturales en zonas de alta vulnerabilidad social, visibilizar su acción comunitaria e integrar su producción al ecosistema cultural de la ciudad a la que pertenecen.

Las capacitaciones comenzaron en 2016 y este año, continúan su formación en el Nivel II: “Incubadora de Proyectos Culturales”,  todos los jueves en las instalaciones del Centro Cultural Recoleta. Durante el inicio de este segundo módulo, Carolina Wajnerman, Coordinadora del proyecto por Fundación Lebensohn y Colectivo Artecipación, y Silvia Sorgoni, docente a cargo de las clases, eligieron tres herramientas necesarias para pasar de la teoría a la práctica. Te contamos cuáles son, para que las puedas tener en cuenta en tus propios emprendimientos culturales:

  1. Utilidad
    Hay que pensar desde el inicio a la idea como un proyecto, que no quede en una fantasía sino que se pueda bajar a una realidad concreta. Algo que es muy importante en un proyecto cultural comunitario es retomar y recuperar aquello que la comunidad trae, que las ideas que las personas de un territorio o de un grupo despliegan pueda ponerse en un plano de acción, y que se puedan homogeneizar y llevar a cabo.
  2. Fortalecimiento
    El foco tiene que estar puesto en lo que la gente vive, aquello que se respira en los barrios, y en acompañar a las personas que llevan adelante estos proyectos desde el Estado. Por lo tanto, se trata de fortificar aquello que los promotores culturales ya hacen, y además, transformar y enriquecer estos proyectos, que puedan tener lista una propuesta escrita, elaborada en un proyecto, que pueda también transformar esto en la legitimación y en trabajo para todos ellos.
  3. Trabajo en red
    Las ideas siempre comienzan como parte de una persona, pero se alimentan con las ideas de otra. El hecho de formar parte de una capacitación, en donde hay un encuentro con otros, hace posible que esas ideas se transmitan y se piensen de una manera más comunitaria. Hay que poder trabajar integralmente con los conocimientos que las personas traen y además, aquellos saberes que puedan encontrarse con otros saberes.

¿Qué es un promotor cultural comunitario?

Son jóvenes y adultos  con pasiones y distintas habilidades vinculadas a la cultura, residentes o asociados a comunidades en situación de vulnerabilidad social que se encuentran desarrollando acciones de gestión y promoción cultural, es decir, que transforman realidades. Tal es el caso de Mónica Hurtado, quien vive en la villa 1-11-14 y hace 17 años lleva adelante “Aguante 25” junto a su hermano Rogelio.  

Realizan actividades deportivas y recreativas para chicos de 5 a 18 años, tanto para varones como para nenas. Organizan partidos de fútbol, básquet y voley. “Lo hacemos para que los chicos estén contenidos, y se alejen del consumo, la violencia y el hacinamiento. La idea es sacarlos un poco y hacerlos más fuertes, y que puedan enfrentar las situaciones después”, dice Mónica, luciendo una sonrisa tímida.

Dos veces por semana, se reúnen para dar clases en el CAF (Centros de Acción Familiar) N°3: los martes de 19 a 21 para varones y los miércoles de 20 a 22 para mujeres. “Nos ayudan chicos que son parte de camadas que salieron hace mucho tiempo. Hay chicos que ya son grandes, que tienen más de 18 y que quieren integrar a los que son pequeños para que no anden por malos caminos”, agrega Hurtado.

Durante 2016, los Promotores Culturales Comunitarios comenzaron a idear proyectos de forma teórica, este año continúan su formación para llevarlos a la práctica. Las capacitaciones se realizan entre la Subsecretaría de Hábitat e Inclusión y la Fundación Lebensohn. Para Mónica, los talleres fueron de ayuda a la hora de “armar los proyectos que tenemos vigentes, que nosotros hacíamos pero no teníamos las bases, cuáles eran todos los requerimientos a seguir, y la verdad que esto nos ayudó y nos ordenó, todo lo que necesitamos para lograr ayudar a la comunidad con el proyecto”.

La joven de 33 años cuenta por qué fue la elección del nombre del proyecto: “Se llama Aguante 25 porque 'aguante' significa que agarra'; que va para adelante, no desfallecer y también tenemos nuestro grito de guerra que es ‘humildad y garra’ y lo usamos siempre para los campeonatos, para dar aliento a los chicos a salir adelante”.