Homenaje a los vecinos desaparecidos y asesinados de la Villa 21-24
Homenaje a los vecinos desaparecidos y asesinados de la Villa 21-24

Homenaje a los vecinos desaparecidos y asesinados de la Villa 21-24

El acto se llevó a cabo en la Casa Central de la Cultura Popular y contó con la participación de familiares de los vecinos desaparecidos.

Los vecinos de la Villa 21-24 rindieron homenaje a los residentes del barrio desaparecidos y asesinados durante la última dictadura cívico-militar, en un acto que incluyó música, baile, teatro, recuerdos y proyecciones, realizado el 30 de abril en la Casa Central de la Cultura Popular, por iniciativa de la Comisión vecinal de Derechos Humanos y la Subsecretaría de Promoción de Derechos Culturales y Participación Popular del Ministerio de Cultura de la Nación. 

Participaron de la jornada, que musicalizó, entre otros, el guitarrista jujeño Bruno Arias, el director de la Casa, Mario Gómez; la coordinadora general del espacio, Julieta Chinchilla; la coordinadora de los talleres que allí se dictan, María Eugenia Nogueira; el padre Lorenzo “Toto” de Vedia, de la Parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, junto con familiares y amigos de los desaparecidos. 

La conducción del homenaje estuvo a cargo de Julio Báez y Carlos Desages, referentes y militantes históricos de los derechos humanos en el barrio, quienes definieron la actividad como “una jornada de reparación histórica para enaltecer y sembrar en las nuevas generaciones el trabajo y la lucha llevada a cabo por María Ester Peralta, Oscar Alfredo Zalazar, Teodoro Urunaga y Ricardo Gamarra Ortiz, los militantes desaparecidos y asesinados de la Villa”. 

La programación comenzó con la obra de teatro infantil “Las aventuras de Martín Rueda”, que forma parte del programa Chocolate Cultura del Ministerio de Cultura de la Nación. 

A continuación, subieron al escenario chicos del Espacio creativo musical Orilleros, quienes, a través de talleres y cursos, contribuyen a la construcción de proyectos de vida vinculados al arte para niños y jóvenes de la Villa 21-24. De su mano, sonaron clásicos del rock nacional, como “Juntos a la par” de Pappo, y “Los dinosaurios”, de Charly García. 

Luego un grupo de alumnas de la Escuela para adultos CENS N.° 75 presentaron el libro “El barrio obrero conocido como Villa 21-24 Zavaleta: Una historia de dificultades, luchas y conquistas”, escrito por ellas y publicado recientemente. El texto relata la historia del barrio “desde su nacimiento, entre los años 50 y 60, hasta la conformación de las primeras organizaciones vecinales, para luego entrar de lleno en la memoria acerca del terrorismo de Estado y el legado de la resistencia que existió en el barrio”. 

El titular de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre (LADH), Jorge Schulman, se hizo presente en la conmemoración y expresó: “Es muy importante que los habitantes de esta villa comprendan que sin la lucha de estos compañeros no habría Villa 21, porque esa lucha, antes y durante la dictadura, fue la que impidió el plan maestro de limpiar a los habitantes de las villas que vienen de Paraguay, Bolivia y del norte del país, corridos por el hambre y la miseria”. 

Por su parte, los integrantes del Centro de Producciones Audiovisuales de la Casa (CEPA) proyectaron un emotivo video que conjuga testimonios de familiares y amigos de los homenajeados. Ignacio Guido Montoya Carlotto, quien no pudo estar en el acto, envió un video con un saludo especial a los presentes y un fragmento de un tango interpretado en vivo desde su casa en Olavarría. 

El segmento más conmovedor de la noche fue protagonizado por familiares y compañeros de desaparecidos: Marta y Teodoro Urunaga, hijos de Teodoro Urunaga, y Gladys Zalazar, hermana de Oscar Alfredo Zalazar. Marta Urunaga, muy emocionada, agradeció a todos por mantener viva la memoria de su padre y sus compañeros: “Hoy me siento orgullosa de estar aquí. No me va a alcanzar la vida, ni a mí ni a mi familia, para agradecer esto que hacen”. 

Teodoro, por su parte, relató cómo fue su llegada a la villa, tras muchos años de alejamiento, el reencuentro con el barrio y los compañeros de su padre, y contó que de ahora en adelante ya no llevarán más rosas al Cementerio, sino a la Casa de la Cultura, que es un lugar cálido donde su padre “se mantiene vivo por la alegría y el amor de su gente”. 

Gladys Zalazar, hermana de Oscar y cuñada de María, aún busca a un sobrino que debería haber nacido en agosto de 1976. “El mejor homenaje que se les puede hacer a los 30 mil es elevar hasta lo más alto las bandera de la solidaridad concreta, y batallar todos los días contra aquellos que no se resignan a que exista un lugar como esta Casa, enclavado en medio de una villa”, sostuvo Gladys y agregó: “Hay que batallar contra quienes no toleran que una madre humilde perciba por parte del Estado solidario una cifra para mejorar su calidad de vida; contra aquellos que se sienten impunes y someten a trabajo esclavo a hombres, mujeres y niños que pierden la vida en sótanos inmundos para confeccionar prendas que nuca usarán y que luego son vendidas por marcas famosas; contra quienes se creen dueños de nuestro tiempo y nuestros sueños, y nos entregan pescado podrido a través de sus grandes medios de incomunicación”. 

“Si los chicos pudieran ver los logros obtenidos en este lugar –remató Gladys–, estarías más que contentos, y acompañarían en las nuevas reivindicaciones y las nuevas luchas”. 

Luego se presentó un fragmento de la obra "Y con esta luna... Cartas desde la cárcel", basada en el libro de Charo Moreno, y, a continuación, la orquesta de alumnos de la Escuela N.° 6 expuso el proyecto denominado “Miradas silenciadas”, que cuestiona la mirada estigmatizadora de los medios de comunicación sobre los habitantes de las villas. La pieza combina la actuación en vivo de los alumnos en interacción con un video proyectado sobre la pantalla del escenario. 

Para el acto central, subió al escenario Bruno Arias, el joven jujeño que nutre con su folklore el camino de la música popular argentina y de los países latinoamericanos. Frente a cientos de vecinos, el cantautor dio un espectáculo memorable e hizo bailar a grande y chicos. A ello siguió la actuación de varias bandas de folklore y rock locales.