Cruce de maestros y herederos, en otra noche de “Huella argentina” en el Chaco
Cruce de maestros y herederos, en otra noche de “Huella argentina” en el Chaco

Cruce de maestros y herederos, en otra noche de “Huella argentina” en el Chaco

Una velada especial se vivió el viernes 28 con la presencia de Coqui Ortiz junto a su familia y amigos

“Emoción” debe ser una de las palabras más utilizadas por estos días en el quinto encuentro de “Huella argentina”, que concluye el sábado 29 de agosto en el Chaco, organizado por el Plan Nacional Igualdad Cultural, una iniciativa conjunta de los ministerios de Cultura y Planificación Federal.

El encuentro en sí mismo es lo que mejor define este espacio, donde la música es el hilo conductor de todo y donde todos se hermanan en la música. El viernes 28, se vivió una velada gratuita de emoción y encuentro cuando, en el patio del Centro Cultural Alternativo, Coqui Ortiz reunió a sus amigos y a su familia en lo que fue una de las noches más intensas de este “Huella” chaqueño.

Antes se había rendido tributo a Eulogio “Tilo” Escobar, un referente correntino del chamamé que siempre se mantuvo al margen de las luces, aunque brilló con luz propia cuando pasó a integrar el conjunto de Blas Martínez Riera, con el único pergamino de su ductilidad a la hora de tocar el acordeón. “Topo” Benítez, también de Corrientes, fue el encargado de introducir al público en la vida de este músico vanguardista, casi anónimo: “Es, sin dudarlo, una de las escuelas del acordeón, un verdadero virtuoso”, lo definió.

Interpretar la música de Escobar fue el mejor homenaje posible. De eso se encargaron los hermanos Duarte, Facundo y Nazareno, quienes realizaron “Rueda de amigos”, un tema que le pertenece y, en sus palabras, “resume lo que venimos haciendo estos días”. “Tilo enseña tocando, es muy gestual, por eso enseña chamamé”, comentó el dúo.

Otro artista muy nombrado desde que comenzó Huella, el miércoles 26, es Roque González, uno de los referentes más importantes del género y que, según contaron en el encuentro, es el responsable de agregar una cuerda más al tradicional acordeón de dos hileras.

Más tarde, se sumó Lucas Monzón, otro crédito local que sabe sacarle sus mejores notas al acordeón. “Estoy desbordado, están sucediendo muchas cosas que seguramente las voy a procesar con el tiempo. Estar compartiendo con los artistas que yo admiro, que escucho todos los días, es una felicidad muy grande”, dijo. “Que ‘Huella argentina’ venga al Chaco renueva muchísimo las energías y, como chaqueños, nos da la posibilidad de guitarrear con aquellos músicos con los que siempre quisimos tocar en nuestra casa”, agregó.

Con Nahuel Pennisi, sin duda, se aflojó hasta el más fuerte. El joven músico contó que nunca estudió ni tomó clases de guitarra, pero –confesó– “siempre sentí la música con mucha emoción”. La misma emoción que transmitió cuando cantó “Oración del remanso”, de Jorge Fandermole, uno de sus compositores preferidos.

A su lado, Coqui Ortiz, que observaba todo, aguantó las lágrimas pero solo hasta que llegó el turno de invitar a su familia. Fue claro de entrada: “Para vivir lo que sigue, es necesario sacarse de la cabeza algunas cuestiones, por ejemplo, que están en un concierto; hagan de cuenta que están espiando mi casa y traten de no golpear”.

Así fue como apareció Paloma, su hija mayor, y cantó con tanta dulzura que hasta la propia Liliana Herrero –recién llegada a Resistencia– se acercó a besarla y abrazarla. Después fue Salvador, el hijo menor, quien se sumó al fogón familiar, que se agrandaba cada vez más con la presencia de los herederos.

Juan Quintero también invitó a cantar a su niña, Violeta; a su mujer, Luna Monti, y a su papá Coqui, para terminar de cerrar un círculo familiar donde la música fue la protagonista de una noche que quedará grabada en la memoria de muchos chaqueños.