Cine argentino, independiente y de autor en la Biblioteca Nacional
Cine argentino, independiente y de autor en la Biblioteca Nacional

Cine argentino, independiente y de autor en la Biblioteca Nacional

Durante marzo y abril, se lleva a cabo un ciclo de cortos y películas, con entrada libre y gratuita

En el umbral de los 90, Gabriel Patrono y algunos amigos iniciaron una aventura que bautizaron La Nave de los Sueños. Primero, celebraron fiestas en busca de “una noche que nos represente”. Después, organizaron “Sueños cortos”, el festival que puso a circular películas en cortometraje por todos lados.

Mientras La Nave ensayaba travesías imposibles, subían y se bajaban tripulantes de todas las artes. Hace once años, el grupo ancló en la Biblioteca Nacional, para homenajear a Leonardo Favio y proyectar su primer corto, “El amigo”, tras recuperarlo de un extravío de cuatro décadas que el director había dado por definitivo.

Desde entonces, todos los martes al caer la tarde, La Nave de los Sueños presenta una película nacional en el auditorio Jorge Luis Borges de la Biblioteca. Antes de la proyección, los anfitriones entrevistan al director. En ocasiones, a los equipos técnicos y artísticos también. A veces, invitan a músicos de la escena “alternativa”, completando el menú de una oferta que se hizo costumbre entre la cinefilia sub30.

En su undécima temporada, La Nave de los Sueños vuelve sobre la divulgación de cine independiente y de autor con el ciclo “Latidos: El pulso del cine argentino”.


Y la nave va...

“El motor fue la molestia y las ganas de divertirnos porque no nos sentíamos incluidos en la noche porteña ‘oficial’”, recuerda Gabriel, único “sobreviviente” de entre los fundadores de La Nave. “La primera celebración la hicimos en octubre de 1995, en un loft que alquilamos por tres meses, en Independencia y 9 de Julio. Salimos a pedir plata prestada porque ninguno tenía trabajo: estábamos totalmente enojados con el sistema”, agrega.

Por entonces, Raúl Perrone ya había estrenado “Labios de churrasco” proponiendo un modelo de producción independiente y una estética visual que, por primera vez, miraba hacia el conurbano. Lo siguieron otros realizadores recién salidos de las escuelas de cine: “Yo había visto no sé dónde los cortos de Adrián Caetano; ‘Picado fino’, de Esteban Sapir;  ‘Rapado’, de Martín Rejtman... Gestos aislados pero de gente que, nos parecía, se alineaba con nosotros. Empezamos a hacer la nuestra y coincidió con un momento muy rico: la frivolidad y el desencanto vinieron acompañados de ebullición y encaramos para ese lado”, cuenta Gabriel.

En 1999, La Nave de los Sueños se estableció en un galpón de Palermo y el grupo empezó a celebrar las “Fiestas Antipoéticas”. “Eran convenciones de poetas jóvenes con una impronta muy teatral, bizarra y rockera. Había lucha de poetas boxeadores, lluvia de horóscopos poéticos… ¡Los ñoquis poéticos los cocinaba Tom Lupo!”. Washington Cucurto, Ana Wajszczuk, Fabián Casas, Gabriela Bejerman fueron algunos de los poetas y escritores que pasaron por allí.

Ese mismo año, fundaron “Sueños Cortos”, un festival de películas en cortometraje que, hasta 2003, recorrió el país dando a conocer una producción incesante que, salvo excepciones, no suele llegar a las pantallas comerciales.


Ojos de videotape

Mientras “Sueños Cortos” rodaba en las ciudades de provincia, el “Mundial del Corto” ensanchó la agenda porteña de la mano de La Nave de los Sueños. Todos los domingos, durante tres o cuatro años, en el Centro Cultural Recoleta, exhibieron cortos de todo el mundo. Más tarde, agregaron “Cine Virgen” los jueves: un ciclo de largometrajes inéditos y de reediciones.

Hasta que, en 2005, ocurrió lo inesperado: los chicos se enteraron de que el primer corto de Leonardo Favio (“El amigo”) estaba perdido y decidieron rastrearlo hasta dar con él. La arqueología rindió sus frutos: alguien tenía una copia en 16 mm, única. A través de amigos y amigos de amigos, pudieron tenerla entre las manos, apenas, por unas horas.

No había tiempo que perder. Entonces lo llamaron a Favio, que estaba en pleno rodaje de “Aniceto”. Cuando el hombre escuchó la novedad, paró la filmación y le dijo a su equipo: “Estos amigos, que casi ni conozco, nunca sabrán lo que hicieron por mí”.

“Antes de irnos del set le propusimos a Favio presentar la película en la Biblioteca. Recién después hablamos con Horacio González, que entonces era el director. Él mismo decidió participar del homenaje. Así fue que vinimos por una noche y nos quedamos once años”.

 

Panorama desde la Biblioteca

La gacetilla del ciclo que empieza el martes 8 de marzo, anuncia: “El cine argentino luchó durante décadas contra todo tipo de adversidades y prejuicios para instalar su visión del mundo y su enorme producción. Esta situación, junto al talento y convicción de realizadores, técnicos y productores, resulta una cinematografía rica y particular con características propias de esta región que aborda alegrías, costumbres, cultura y problemáticas con una fuerte identidad y resultados alentadores... Este ciclo se acerca a las múltiples expresiones actuales de nuestro cine para ofrecer un retrato del panorama actual de la mano de sus creadores, acercando su obra y su pensamiento, y para señalar una reflexión sobre el presente del cine nacional”.

“Latidos: El pulso del cine argentino” arranca con la proyección de los cortos “Diamante mandarín”, de Juan Martin Shu; “En las nubes”, de Marcelo Mitnik; “Promenade”, de Cirila Luz Ferrón; y “La ventana abierta”, de Lucila Las Heras. Música en vivo a cargo de Maxi Prietto y la presentación del libro que da título al ciclo y recorre la historia de La Nave de los Sueños.

Actualmente, además de Gabriel Patrono, integran el grupo Daniela Pereyra, Daniela Caballero, Giuliana Trucco, Noelia Soledad Gómez, Agustina Lasagni y Mr Miguelius.

 

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