Así se creó el primer festival de cine sordo del país
Así se creó el primer festival de cine sordo del país

Así se creó el primer festival de cine sordo del país

Conocé la historia del festival a través de Federico, Carlos y Candela, tres de sus organizadores

Federico Sykes (29), Carlos Reynoso (26) y Candela Goldschmidt (26) son profesionales de diferentes campos de la cultura. Y son sordos. Hace tres años, se dieron cuenta de que, en Argentina, ningún festival de cine había sido pensado especialmente para personas sordas. Y, dado que donde hay una necesidad hay un derecho, se pusieron una meta: concretar el primer Festival de Cine Sordo (FICSor). Un sueño que comenzó a gestarse en 2013 y se hizo realidad en abril de este año gracias a la tenacidad del grupo que sorteó todo tipo de obstáculos, para brindar a su comunidad la oportunidad de disfrutar del cine.

El FICSor fue concebido para llevar a la pantalla grande la complejidad de las experiencias que atraviesan las personas sordas –en nuestro país, el 1% de la población– y proponer un diálogo nuevo a través del cine. “Cuando me recibí de licenciado en cine, empecé a trabajar en una productora –recuerda Federico, director y productor general del FICSor–. Ahí se armó un proyecto para hacer un festival de cine independiente. Me sumé al equipo y aprendí todos los trámites que había que hacer en el INCAA, cómo funciona la logística de festival, etcétera. Un día, por sugerencia de mi jefe, llevé a un grupo de personas sordas a ver las películas. Cuando comenzó la proyección, noté que dudaban, que no se conectaban con lo que pasaba en la pantalla. Entonces, me di cuenta de que las películas no tenían subtítulos y tampoco había interpretación”.

 ¿Ése fue el germen del FICSor?

F.S.: Sí, me propuse buscar una solución para que las personas sordas pudieran participar de un festival de cine. Empecé a investigar hasta que descubrí que, por ejemplo, en Alemania, Inglaterra y Estados Unidos ya había festivales de cine sordo. Entonces, se me ocurrió hacerlo acá. Fue mucho trabajo y llevó mucho tiempo. Convoqué a personas que quisieran participar, las seleccioné por sus talentos. Todos tuvieron la valentía de decir que sí. Somos ocho más una persona oyente que nos ayuda a hacer llamados, trámites y demás. Pero nuestra convicción, desde el principio, fue que las personas sordas tenemos que poder decidir sobre nuestras cosas, sobre nuestras actividades.

Una vez que elaboraron la idea, ¿cuáles fueron los pasos para llevarla a cabo?

C.R.: Una compañera del curso que dicto de lengua de señas, Viviana Susena, trabajaba en el Mercado de Industrias Culturales Argentinas (MICA) y me invitó a visitarlo. Todo lo que hacían me pareció muy bueno: tanto las actividades como el enfoque que le daban. De hecho, había interpretación en lengua de señas. Me quedé muy asombrado. Viviana insistió en que contara mi experiencia como persona sorda, actor de teatro y de cine. Aprovechamos ese primer contacto, para contarle nuestro proyecto de hacer el FICSor. Luego, coincidimos en una charla informativa en la Asociación de Sordos de Capital (ASO) y, finalmente, participamos de una charla en el CCK, en el marco del MICA 2014. Nosotros fuimos como equipo gracias a Viviana que nos apoyó y nos ayudó a difundir nuestra idea.

Con el proyecto en marcha, ¿cuáles fueron los principales desafíos?

F.S.: Las barreras principales fueron la comunicación y la falta de información. Que las personas no tuvieran ningún tipo de conocimiento sobre la cultura sorda fue muy duro. Fue una lucha, por ejemplo, para conseguir subsidios, porque cuando presentábamos el Festival de Cine Sordo nos decían: “¿Qué es eso?”. Igualmente, tuvimos gente que nos apoyó. Viviana, por ejemplo, nos aconsejó cómo difundir, nos recomendó a quién acudir. Y nosotros tuvimos la valentía de hacerlo, porque si nos hubiéramos escondido, no lo hubiéramos logrado. Estos tres años fueron largos, de mucho trabajo, en los que, obviamente, fallamos y algunos estuvieron a punto de abandonar. Pero nos levantamos y seguimos adelante. Aprendimos el significado de la persverancia. El resultado fue que pudimos crear el primer Festival en Tigre y las personas fueron de a montones. Fue muy emocionante.

¿Con qué criterio eligieron las películas a proyectar?

C.R.: Seleccionamos las películas que nos atraían a nosotros como comunidad sorda. Otras menos entretenidas, o de baja calidad, o que no estaban directamente relacionadas con temas de la cultura sorda, las descartamos.

F.S.: Teníamos poco tiempo y era mucho trabajo, porque a través de la convocatoria que abrimos recibimos 74 películas. Decidimos trabajar en equipo. Nos reuníamos para verlas y debatir. Cuando alguno no podía participar, se las mandábamos por Internet y lo charlábamos por chat. Siempre buscamos la manera y siempre alguna forma encontramos. Al final, logramos reducir el número a 39.

¿Están pensando en la segunda edición del FICSor?

F.S.: Recibimos tantos mensajes de afecto, tantos mails felicitándonos, que nos hacen ver la importancia del FICSor. Definitivamente, sí: nos gustaría más. Queremos más.

F.S.: Hay una escena que no voy a olvidar nunca en la vida. Habíamos organizado un día de actividades especiales para chicos sordos. Íbamos a recibir a cinco escuelas: dos de Capital Federal, una de San Isidro, una de Tigre y otra de Saladillo. Ese día se largó una tormenta terrible, y yo estaba seguro de que iba a ser imposible que llegaran los chicos de Saladillo. El Festival tenía que empezar a las 10 de la mañana, hicimos un poco de tiempo para ver si aparecían, pero tuvimos que empezar con las actividades. En un momento dado, empieza a vibrar mi celular con mensajes que decían: “Ya estamos llegando”. Era la escuela de Saladillo. Ahí mismo interrumpimos la proyección para esperarlos. De repente, se abrió la puerta y entraron los cuarenta chicos corriendo para no mojarse. Ésa es una imagen imborrable. Cuando terminó la proyección, un nene, con cara de felicidad, me dijo: “No había visto nunca una película sorda. No sabía que los sordos podíamos hacer películas”.