María Laura Mendoza es la nueva directora de la Casa Museo de Ricardo Rojas
María Laura Mendoza es la nueva directora de la Casa Museo de Ricardo Rojas

María Laura Mendoza es la nueva directora de la Casa Museo de Ricardo Rojas

Museos
Es Licenciada en Museología y Doctora en Estudios del Ocio
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“No reducirse al simbolismo arcaico, sino tomar de dicho simbolismo su parte viva, actual, dinámica, para crear nuevas representaciones”. La frase pertenece a Ricardo Rojas y María Laura Mendoza, la nueva directora de la Casa Museo que lleva el nombre del escritor, la elige para pensar el reto que tiene por delante.

–¿Cuál fue tu recorrido profesional a la fecha?

–En 2000 finalicé la licenciatura en Museología en la Universidad del Museo Social Argentino, y comencé a trabajar en el Centro Cultural Borges en el Departamento de Artes Visuales. Al principio, me desempeñé como asistente de curaduría en “Los monstruos de Antonio Berni”, a cargo de Elena Oliveras y Martha Nogueira, y en la exitosa exposición “Berni para Niños” junto a la Municipalidad de Rosario y La Isla de los Inventos. Luego, he coordinado la producción de exposiciones maravillosas como “Robert Capa” (2006); “Pablo Picasso” (2006), Andy Warholl (2005) y “Marc Chagall, obra gráfica” (2005). En 2004, finalicé la Maestría en Gestión y Planificación Cultural y empecé a dar clases en la carrera de Museología en la UMSA. Ese mismo año, en el Borges, me designaron como Programadora del Departamento de Artes Visuales, donde conformé un sólido equipo de trabajo y gestión que asumió importantes retos. En 2006, me propuse un cambio radical y viajé a Europa para iniciar estudios de Doctorado en el Instituto de Estudios de Ocio de la Universidad de Deusto. Trabajé en el Museo Guggenheim Bilbao y, en 2008, colaboré en el Departamento de Archivo del Museo de Bellas Artes de esa ciudad.

En 2009, me reincorporé al Centro Cultural Borges. Allí abrimos una nueva área dedicada a la investigación y observación de nuestros públicos visitantes. Así nació el Área de Públicos, que se ocupa de la comunicación institucional en diferentes niveles, la observación sistemática de flujos de públicos y el planeamiento estratégico para la construcción de audiencias. Además, soy docente en distintas instituciones educativas.

–¿Cuál es tu mirada sobre el lugar donde asumís?

–La Casa Museo de Ricardo Rojas es un espacio que me motiva. Admiro la belleza y sus proporciones. Una suave consecución de espacios, donde la presencia del maestro marca el ritmo. Admiro los valores que Rojas inspira: democracia, integración, respeto a la diversidad, paz y tolerancia, y las posibilidades de un pensamiento innovador. Como si fuera la aguja de una brújula, el museo señala un punto, cuyo sonido acompaña la escena. Estamos en plena tierra del mito. El museo se abre como un mínimo convertidor de energía destinada a atrapar el sentido.

–¿Tenés un museo preferido, además de dónde asumís?

–Seguramente es el cliché de todo museólogo, pero me encantan los museos. Una definición acertada: me siento cómoda en su recorrido, para mí son espacios cotidianos y a la vez admirados. Siempre es un buen plan ir de museos, ser turista en mi propia ciudad, hacer de guía de cuanto amigo extranjero pise Buenos Aires. Me encanta descubrir la chispa de emoción en el otro. Suelo ir sola, acompañada, haciendo de tía, de cualquier forma. Tampoco discrimino disciplinas, me gustan los museos de arte, de historia, los museos pequeños y comunitarios, los espacios bizarros, esos que decís: “¿Cómo puede haber un museo del chicle?”. Aún en ellos siempre encuentro algo de interés.

–¿Cómo dialogan los museos con el visitante en este siglo?

–Los museos ensayan con firmeza diversas formas para mantenerse vigente en un mundo altamente cambiante y competitivo. El modelo de democracia cultural inspiró a muchas instituciones a perfilar misiones más inclusivas. Las prácticas actuales favorecen el encuentro con el arte, públicos cada vez más amplios acceden y disfrutan de experiencias culturales frecuentes. Y sobre todo, el arte genera sentidos estéticos que pueden ser asociados a factores socialmente reconocibles. Desde un punto de vista más estructural, atraer a nuevos públicos y retener a las audiencias más fieles es crucial para la sostenibilidad del museo.

–¿Cómo se acapara la atención de los nuevo públicos?

–Sin duda, invitándolos a participar, haciendo que se sientan parte del museo. Para mí esta es la clave para seducir a los públicos sean nuevos o habituales.

–¿Cuál creés que es la función pública de una institución cultural? ¿Cómo se logra que la gente, los vecinos y los visitantes se apropien del museo? ¿Es pertinente pensar en un museo como un espacio de recreación, estudio o de paseo? ¿Puede aportar un museo con la idea de federalizar la cultura? ¿Cómo?

–Este núcleo de preguntas me lleva a pensar dos cuestiones: qué capacidades necesitamos para vivir con plenitud la cultura y si el museo puede ser una plataforma capaz de generar ocasiones en las que desarrollar las capacidades exigidas. Las posibilidades de abrir un diálogo creativo y personal estimulando la capacidad de pensar a través del museo son prácticamente infinitas. Acudimos al patrimonio como inspiración. Rojas ya lo anticipaba: “No reducirse al simbolismo arcaico, sino tomar de dicho simbolismo su parte viva, actual, dinámica, para crear nuevas representaciones”. El desarrollo de la capacidad creadora a través del arte se basa en la posibilidad de reencuentro con todo lo que se tiene de diferente, original y personal. En la palabra “creatividad” confluyen y emergen, a la vez, sentimientos, razones, conocimientos, silencios, dudas, certezas, desorden, precisión, datos, desatinos, emociones, pasión, la vida, la singularidad que se da en las personas y en los pueblos. Así se puede improvisar, investigar, crear y desarrollar la actividad más concreta y poderosa que existe: la experiencia. Y recién a partir de la experiencia del sujeto con el patrimonio abrimos una vía eficaz para desarrollar capacidades y contribuir a la consolidación de ciudadanos participativos y comprometidos.

Por último, no se puede hablar de patrimonio dejando de lado aspectos como equidad y pluralismo cultural. El museo no puede ignorar las diferentes maneras de concebir la felicidad o las metas colectivas de las diferentes sociedades.