Mari, un documental sobre cómo liberarse de la violencia de género
Mari, un documental sobre cómo liberarse de la violencia de género

Mari, un documental sobre cómo liberarse de la violencia de género

Cine
Una pelicula que retrata la vida de una mujer en su camino por liberarse de la violencia en todas sus fácetas y que registra los cambios que va haciendo que, a su vez, van enriqueciendo y complejizando el registro audiovisual. En esta nota, conversamos con las directoras y con la protagonista de la historia.

María Luisa Suárez, “Mari”, vivía en Laferrere y trabaja de empleada doméstica en varias casas de la Ciudad de Buenos Aires. En la de Adriana Yurcovich, los martes y jueves, desde hacía treinta años. A pesar del tiempo transcurrido, la relación entre ambas siempre había sido la laboral.

El 8 de marzo de 2017, en la iglesia evangélica donde va Mari, pasaron una película por el Día Internacional de la Mujer. Después de verla, Mari llegó tarde a su casa y, con esa excusa, el marido, que la maltrataba no la quiso dejar entrar. Entonces ella tomó la decisión de irse y no volver. Llamó a casa de Adriana y le pidió refugió. Hacía allí y allí se quedó hasta fines de 2020, cuando finalmente se mudó sola.

Al poco tiempo de llegar, Adriana, junto a su hija Mariana Turkieh, ambas realizadoras audiovisuales, le propusieron a Mari hacer un documental con su historia. Entonces, un documental con final incierto. Mari aceptó enseguida. Mari, el documental, es la historia de cómo es posible tomar la palabra, estudiar, hacerse amigas y amigos en un camino que llevó a Mari a transformarse, a emanciparse, pesar de las presiones familiares y sociales. A la vez que iba cambiando su vida, iba cambiando el guion del documental, y también la relación de Mari y la familia de Adriana.

En esta entrevista con el Ministerio de Cultura, hablamos con Adriana, con Mariana y con Mari sobre el proceso de filmación, sobre la posibilidad de transformación y sobre violencia de género, entre otros temas.

Mari se puede ver en la plataforma Cine.ar hasta el 17 de noviembre.

Se puede ver en Cine.ar hasta el 17 de noviembre.

-¿Por qué decidieron contar esta historia?

-Adriana Yurcovich: A mí me pareció un tema muy interesante y además, en ese momento, que no sabíamos qué iba a pasar, cómo iba a seguir la situación. Era el desafío de hacer un documental sin saber cuál iba a ser el final de la historia. Y a mí eso me parecía particularmente interesante. Además de que me pareció muy impactante lo que Mari nos contó apenas llegó a mi casa. Nosotros no sabíamos nada. Podíamos intuir algunas cosas pero ella era muy reservada; no contaba, ella tenía la convicción de que en su trabajo no tenía contar que contar cosas personales.

-Mari cuenta que el día que decidió irse de la casa viniera de ver una película sobre violencia de género, ¿saben cuál fue la película?

-AY: Ella no se acuerda cómo se llamaba la película. Era de esa temática porque era el Día de la Mujer y la pasaban en un local de una iglesia evangelista de su barrio. Pero nunca pudimos saber cuál era. Incluso fuimos a esa iglesia y tratamos de hablar con alguien para ver si se acordaba, pero habían pasado casi dos años. Pero cualquier película que tuviera que ver con ese tema hubiese sido el detonante. Igual, yo creo que ella ya había tomado la decisión de irse de su casa y eso fue algo que terminó de convencerla o de decidirla o el último eslabón de una cadena.

-¿Pensaron que su película, a su vez, podía servir de mensaje a otras espectadoras?

-AY: Cuando empezamos no nos proponíamos ni dar ningún mensaje. Nos proponíamos hacer una película con esa historia, contar lo que pasara con Mari y cómo ella siguiera desarrollando su vida, qué iba a pasar con esa decisión que había tomado. Al comienzo, no teníamos claro si eso pudiera ser algo que después sirviera a otras mujeres o no; eso lo vimos una vez terminada la película. En ese momento era simplemente contar una historia de alguien cuya vida nos importaba y que nos parecía interesante.

-Al principio de la película, el hijo mayor dice: “Ella no tenía voz”. Es como si la película empezara con la idea de esa frase porque al inicio Mari es contada por otros (vecino, hijo, nuera), después ella va empezando a hablar y al final no solo habla, sino que cuenta sobre temas personales e íntimos. ¿Eso fue pasando así en la vida real?

-AY: Sí, eso fue pasando en la vida real. Ella era una persona sumamente reservada y acostumbrada a lo que ella decía no era importante para nadie y era desvalorizado, incluso explícitamente. De a poco, creo que hacer el documental la fue afirmando a ella y haciéndole entender que lo que ella tenía que decir era valioso y era valioso también para otra gente. Fue como un proceso en simultáneo: hacer la película y el crecimiento de ella y su transformación, un poco se alimentaban mutuamente. O sea, la película se hacía más interesante a partir de los cambios de ella y a ella hacer la película la impulsaba o la reafirmaba en esos cambios que estaba haciendo.

-¿Cómo fue la decisión de que Adriana apareciera como protagonista y Mariana detrás de cámara?

-Mariana Turkieh: Para nosotras era importante que mi mamá estuviera en cámara porque queríamos contar el proceso que hacía Mari desde que toma la decisión de irse de su casa, dejar atrás el maltrato y comenzar otra vida. Y en ese recorrido que ella hace, está que empieza a convivir con mis papás en su casa. Está la relación de Mari con toda la familia, pero la concentramos en Mari y mi mamá. Yo no vivo ahí y decidimos que yo codirigiera fuera de cámara. Hay momentos que me nombran, que se entiende que estoy en el lugar pero fuera de cámara.

-¿Qué cambios hubo entre la versión final de la película y el guion original?

-AY: La película se hizo con un subsidio del INCAA y teníamos que presentar un guion tentativo. Así que entregamos uno muy simple, más bien una escaleta, porque se entiende que en un documental hay muchas cosas que van surgiendo en el momento. Pero uno tiene que ir con una idea previa de qué es lo que quiere hacer, porque si uno no tiene una idea previa de lo que va a buscar, nunca encuentra nada, esa es la realidad. En el proyecto original había situaciones como que ella empezaba la escuela, porque eso ya lo sabíamos, eso fue apenas llegó a mi casa, pero lo que después no aparece es que ella no solamente termina la escuela sino que empieza y termina la escuela media. Eso no estaba en el guion original porque no sabíamos que iba a pasar. Nosotros presentamos una estructura, ya habíamos registrado algunos materiales, más como material de archivo, y la idea era dejar un final abierto porque en el momento de presentar el proyecto, no sabíamos cómo iba a terminar. Después la película terminada tuvo un final más tradicional de cine, donde es claro lo que ella hace y lo que puede seguir haciendo.

-El rol de la escuela en la vida de Mari es significativo. ¿Cómo fue, ella les llevó la inquietud de querer terminar la primaria?

-AY: Fue una cosa mutua. Yo le sugiero que lo haga y cuando se le sugiero, ella dice: “Sí, claro, yo traté de hacerlo. Traté de hacerlo cuando todavía vivía con mi marido, pero él no quiso, me dijo: ‘que qué iba a estudiar yo ya de vieja, que ya no valía la pena y además que qué iba a hacer ahí con otros hombres en la escuela’”. Como en una mezcla de desvalorización de su deseo y de celo. Ella lo había intentado, creo que llegó a ir una o dos veces hasta que le fue imposible sostenerlo mientras vivía con el marido. Era un deseo de ella de muchos años, que nunca se había animado a imponer que ese era su deseo y hacerlo, porque eso era un conflicto matrimonial. Y lo pudo hacer cuando se va de su casa. También eso significó cambios para nosotros, en particular para mí, porque había cosas que daba por obvias, como que uno tiene derecho a la educación. Yo hice toda mi formación en la escuela pública, pero uno siempre tiene eso como algo tan incorporado, que se puede dar el lujo incluso de hacer críticas a lo que es la educación y uno termina de revalorizar cuando ve que para otros eso es algo tan deseado y tan valioso.

-En la película se puede ver cuando se recibe.

-AY: Sí, fueron sus dos hijos varones, toda mi familia; fuimos todos a ese evento que, para nosotros, era un evento formal: la ceremonia de entregas de diplomas y, de repente, vemos que ella pide permiso, agarra el micrófono, se para en el frente e improvisa un agradecimiento y la expresión de lo que para ella significó ir a esa escuela. Yo creo que si alguien hoy se quiere llevar por delante lo que es la educación primaria para adultos, hay que mostrarle ese pedacito para que entienda lo que eso significa para un adulto que antes no pudo acceder.

-¿Por qué decidieron mostrar (aunque la cara nunca se ve) y darle voz al marido?

-AY: Tuvimos algunas dudas de si ir o no ir. Finalmente fuimos pero lo que nos pareció más interesante fue mostrar la reacción de Mari ante lo que decía su ex. Porque ella no había vuelto a verlo ni a escucharlo ni a tener contacto con él. Al principio él la llamaba y una vez que ella hizo la denuncia, dejó de llamarla. A Mari le producía mucha curiosidad también qué es lo que él decía. Entonces la idea nuestra fue mostrar no tanto lo que él decía, sino la reacción de Mari ante eso y quizás también porque alguna de las cosas que decía son muy típicas del ideario machista sobre la pareja. Y también era una forma de mostrar cómo ese tipo de observaciones repercuten en las mujeres que lo sufren. La idea no fue escuchar las dos campanas ni nada por estilo.

-En lo personal, ¿qué les cambió hacer la película?

-MT: La película me hizo reflexionar más sobre el tema de la violencia y cuánto hablamos de eso. Más que nada la violencia no física, que también Mari sufrió, sino de otra que también tratamos en la película, que es la que afecta la integridad psicológica, la dignidad y la libertad de una persona, que está aún más extendida y más callada.

-AY: Me cambió en el sentido de entender de otra forma las situaciones de maltrato, porque para mí hasta ese momento, era una cuestión intelectual. Era saberlo por lo que uno lee, por la información periodística, por el conocimiento intelectual, que es muy diferente que el tipo de conocimiento que uno adquiere cuando le toca a alguien cercano, alguien con el que uno tiene una relación afectiva. Pude entender algo que para mí era muy difícil de entender antes y era porqué las mujeres no reaccionan ante este tipo de situaciones o porqué demoran en reaccionar. Escuchándola a Mari pude entender que no es tan fácil para una mujer que está criada, que tiene eso también incorporado en su origen familiar, no es tan fácil salir de esa situación y eso que en el caso de Mari estuvo favorecido porque ella era económicamente independiente. Ella tenía su trabajo, se podía mantener, no dependía de su marido económicamente y a pesar de eso, el peso del mandato familiar, el peso del mandato religioso, la hizo quedarse muchísimos años soportando eso.

Ella salía de la casa, se podía mantener pero aun así irse le llevó más de 30 años.

-AY: Sí. Incluso en el momento de irse, ella le pide ayuda a su hijo mayor y le dice: “Llevame a la estación, ayudame a salir de acá porque si yo me quedo, si yo espero un remís, quizás me arrepienta”.

-La película tiene un final esperanzador, pero me llevó a la reflexión de que Mari pudo reconvertirse porque tuvo muchísima ayuda, principalmente de tu familia.

-AY: Si nosotros no hubiésemos estado, Mari se hubiera ido igual; se hubiera ido a la casa de una hermana o de una amiga, tenía la posibilidad de ir a otros lados, de que la ayudara otra gente, pero fundamentalmente tenía la posibilidad de autoabastecerse. El tema es que eso no pasa con muchas mujeres. Hay muchísimos casos donde si no hay una presencia y un apoyo del Estado, esto es imposible, porque las mujeres no solamente no tienen dónde ir en una situación de maltrato, sino que tampoco tienen cómo mantenerse si se van. A mí lo que me parece importante es pensar que el caso de Mari es un caso muy particular y que para la mayoría de las mujeres requiere también otro tipo de ayuda. Porque no puede estar basada la salida en que aparezca alguien que le diga: “Ok, vení a mi casa”. Porque eso puede pasar o no y la mayoría de las veces no va a pasar. Hace falta algo desde el Estado, desde lo institucional para que las mujeres puedan salir.


Las directoras: Adriana Yurcovich y Mariana Turkieh.

La palabra de la protagonista

También hablamos con María Luisa Suárez, “Mari”, quien contó su experiencia como protagonista de la película.

-¿Por qué aceptó hacer el documental?

-La verdad que no sé (risas). No lo pensé mucho. Me pareció que estaría bueno y acepté enseguida. No pensaba que iba a tener toda esta repercusión. Un poco me daba miedo por mis hijos, porque al principio no había quedado una buena relación con mi hija, especialmente. Pero después se arregló, ella aparece en la película y ahora tenemos una relación medianamente buena.

-¿Qué te fue pasando a medida que se iba filmando la película?

-Me costaba exponerme mucho. Había momentos que me gustaba porque decía: “Ya está, no me voy a cuidar más”. Sentía que tenía un poco más de libertad, a medida que iba pasando el tiempo. Tanto tiempo estuve acostumbrada a depender de mi ex marido, a que siempre él me diera el ok para todo, que por eso seguramente me costaba pensar que fuera a aparecer todo eso y que lo fueran a ver mis hijos, mis nietos.

-¿Después se le fue yendo ese miedo?

Sí, a medida que hacíamos cosas. Me gustó cuando me filmaron en el colegio, eso me encantó que apareciera.

-¿Le gustó la película?

-Sí. Lo que no aparece es del secundario que también fue lindo, me costó mucho pero siempre tuve apoyo de mucha gente, especialmente de Adriana, pero también tuve sobrinas que me ayudaron y el hijo de una de mis compañeras de colegio, que siempre me ayudó en inglés. Mucha gente que me ayudó en el colegio. Estoy feliz porque eso me ayudó a lograrlo. Gracias a Dios terminé, aprobé todo. El título todavía no me lo entregaron por la pandemia. Hubo momentos de llanto también en el colegio, porque me costaba mucho inglés por ejemplo y sentía mucha impotencia. Y ahora estoy haciendo un curso de inglés. Empecé hace poco en la escuela donde terminé la primaria. Los profesores y la directora me reciben re amorosamente, me hacen sentir de la familia.

-¿Les mostró la película?

-Sí, la vieron todos los profesores. Me contaron que se juntaron para verla con algunos alumnos de la noche también. Están muy contentos, me felicitan y que me dicen: “Qué fuerza para hacer todo eso”.

-¿Cómo es su vida ahora?

-Sigo trabajando, como siempre, en las cinco casas que siempre estuve, con unas personas maravillosas. Hace unos días me fui de vacaciones a Santiago del Estero y la pasé muy lindo. Ahora con la pandemia no pude salir, pero antes fui a muchos lugares: a Salta, Jujuy, a la playa, a unos cuantos lugares, con mis amigas. Tengo amigas, tengo amigos, que antes no los tenía. También tengo a mi amiga de Laferrere que nos conocemos desde hace muchos años que con ella vamos a bailar, por supuesto antes de la pandemia. En total somos nueve mujeres que salimos juntas a bailar, a pasarla lindo, nos juntamos en la casa de alguna de ellas. Los veo a mis nietos cada tanto. Voy a Laferrere y nos encontramos en un lugar y vamos a comer algo y así nos vemos con mis nietos, con mis hijos.

FICHA TÉCNICA

Guion y dirección: Mariana Turkieh y Adriana Yurcovich
Producción: Adriana Yurcovich
Fotografía y cámara: Lucas Marcheggiano y Mariana Turkieh
Sonido: Mariana Turkieh
Montaje: Mariana Turkieh y Xi Chen
Música original: Mariana Macchiarola
Postproducción de sonido: Lucas Page
Corrección de color: Roberto Zambrino y Pablo Parra