La vida prehispánica, en el Museo Nacional de Bellas Artes
La vida prehispánica, en el Museo Nacional de Bellas Artes

La vida prehispánica, en el Museo Nacional de Bellas Artes

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El museo inauguró dos nuevas salas, con más de 400 piezas precolombinas, que podrán verse en una exhibición permanente, con entrada libre y gratuita
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Las dos nuevas salas del Museo Nacional de Bellas Artes, albergarán desde hoy, y de manera permanente, más de 400 piezas prehispánicas realizadas por las culturas agroalfareras del Noroeste Argentino. Entre ellas, Aguada, Candelaria, Ciénaga, Condorhuasi y otras, realizadas entre los siglos V a. C. y XV de esta era. La nueva colección perteneciente al museo está constituída por la ex colección de Guido Di Tella y de Mateo Bonetti, que pasa a ser pública, y por piezas en préstamo del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto.


(Así luce la nueva exhibición permanente sobre arte prehispánico).

El actual director de la institución, Andrés Duprat, cuenta que "relegado a la arqueología, la etnografía, el artesanado o inclusive, a la decoración, el arte prehispánico constituye una de las formas estéticas más depuradas del continente que ha inspirado durante siglos a artistas de diversas latitudes". Incluso, asegura que "ignoramos los nombres de aquellos que dieron vida a las formas y estilos que la historia cultural de nuestro país ha desigando siguiendo la toponimia, pero sí sabemos que constituyen estéticas definidas, plasmadas en objetos de una belleza singular, aunque raramente percibimos las piezas despojadas de su razón utilitaria, ornamental o ritual".


(Vaso con motivos escalonados pintados. Cultura Condorhuasi-Vaquerías, Catamarca, año 600 a. C.a 600 d.C. Modelado por rodete y policromado. Colección Guido Di Tella - Museo Nacional de Bellas Artes).

Andrés Duprat explica que el cambio arquitectónico del museo permitió tener un sector americano- latinoamericano, que era uno de los reclamos más mencionados de los visitantes, tanto extranjeros como argentinos. Si bien el museo cuenta con una gran colección de arte latinoamericano, precolombino, colonial y argentino, las obras fueron exhibidas esporádicamente.

"Este espacio propone repensar no solo su valor artístico, sino el lugar que concedemos a los pueblos que se desarrollaron, en tiempos ancestrales, en el actual territorio nacional. En este sentido, la decisión de honrar esa memoria visual obedece tanto a una intención de reparación, de justicia histórica, como, ante todo, de justicia poética: recuperar en la escena del museo la potencia de una producción que suele permanecer oculta a nuestros ojos", agrega Duprat.

Una sala con identidad propia

María Alba Bovisio es la curadora de la exposición. Lleva casi tres décadas dedicada al estudio del arte prehispánico, andino y del noroeste argentino, y asegura que la inauguración significó "una enorme felicidad". Y agregó: "la intención de inaugurar una sala dedicada a los antiguos pueblos del noroeste argentino tiene un objetivo fundamental que es evidenciar la presencia de culturas complejas que produjeron una cultura material de un enorme interés plástico, simbólico, cosmogónico con identidad propia".


(Mortero con forma de camélido. Entre el 100 a. C. y 400 d. C. Cultura Ciénaga-Aguada. Colección Guido Di Tella - Museo Nacional de Bellas Artes).

La curadora destaca que al igual que la de todo el continente americano, "esta producción presenta una notable riqueza, variedad y complejidad técnica, plástica e iconográfica. Su origen se vincula con la organización de prácticas rituales, elaboradas en diversos materiales, como metal, piedra, hueso, fibras o cerámica, que se distinguen de otros objetos de uso doméstico, ya sea por su funcionalidad (como las pipas para consumo ritual de alucinógenos) o por la excelencia de su factura".

"Los objetos y los contextos de los hallazgos (conocidos o inferidos) refieren a rituales mortuorios, chamánicos, propiciatorios, consagratorios, de pasaje, etcétera. Se trata de formas de materializar lo sagrado, aquello que remite a lo suprahumano, a los dioces, a los ancestros”, contó María Alba Bovisio. 

(Disco de bronce con rostro antropomorfo flanqueado por dos figuras serpentinas bicéfalas. Entre 1000-1480 d. C, Cultura Santamariana. Colección Guido Di Tella - Museo Nacional de Bellas Artes).

El origen

En cuanto a la procedencia de las piezas, María Alba cuenta que "su mayoría provienen de excavaciones no científicas", y explica que "gracias a la existencia de materiales del mismo tipo, que fueron encontrados en sitios arqueológicos, ha sido posible atribuirles una pertenecia cultural y determinados usos y funciones". Y concluye: "estaban destinadas a cumplir funciones políticas y religiosas: investir de poder a los gobernantes, favorecer el pasaje a la vida de ultratumba, materializar a los ancestros, vehiculizar el contacto con las deidades. La dimensión estética se entretejía así con todas las dimensiones que moldean la vida de una comunidad".

(Suplicante. Entre 300 a. C. a 400 d. C.,  Cultura Alamito. Piedra tallada, pulida y perforada. Colección Guido Di Tella- Museo Nacional de Bellas Artes).

Piedra, metal, textil, cerámica

El diseño de la muestra está basado en ejes que varían según el material utilizado por las distintas comunidades. Una sala dedicada a la piedra, un material con una gran carga simbólica en el mundo andino (en general) y en el noroeste en particular. En muchos casos, está destinado a la producción de objetos que vehiculizan la reacción con los ancestros como a la materialización misma de los ancestros en piezas escultóricas. Otro núcleo está vinculado al rol que tienen el textil y el metal, otras dos materialidades claves en el mundo andino. Se exhibe una túnica y materiales con los que se hila; sus usos que tienen también una específica carga simbólica. El hacer estos objetos es también un acto ritual sacralizado. El otro núcleo está vinculado a la cerámica, y es el tipo de materialidad que más permitió establecer secuencias cronológicas en los distintos valles, gracias a sus características. "Hemos planteado un tema que aparece en todo el mundo andino, al que se le ha prestado poca atención. Es un mundo en miniatura en las ofrendas y en rituales propiciatorios de la continuidad y la renovación de la vida de toda la comunidad, con hombres, animales y plantas", describe la curadora.


(Suplicante mortero. Figura antropomorfa masculina con cavidad para moler en la cabeza. 600 a. C.-600 d. C. Cultura Condorhuasi-Alamito. Piedra tallada, pulida y perforada. Colección Guido Di Tella- Museo Nacional de Bellas Artes).

La conquista de México

El espacio dedicado al arte colonial alberga la serie “La Conquista de México”, tablas confeccionadas por Miguel Gonzáles entre 1696 y 1715, con la técnica del enconchado con incrustaciones de nácar, una característica que las hace únicas en Latinoamérica.


(La Conquista de México- Tabla I. ca. 1696/1715 Pintura sobre tabla entelada, madera araucaria y textil de lino).

"Exponemos una de las cinco series que hay en todo el mundo, y que no se mostraba desde el año 1972. Una serie de 22 tablas que permiten leer esta verdadera secuencia narrativa que perteneció a la Conquista de México", cuenta Mariana Marchesi, directora artística del Museo. Y agrega: "Son del siglo XVII y tienen un plusl. Este año se cumplen 500 años de la Conquista de México. Estas tablas nos permiten hacernos preguntas y tener una mirada más actualizada y repensar muchas cosas que, a través de los años, se entienden y se piensan desde otro lugar" .


(La Conquista de México Tabla XXIII. Circa 1696/1715. Pintura sobre tabla entelada. Madera araucaria y textil de lino).

Ecce Homo

Mariana cuenta que este año se cumple un centenario del nacimiento de un verdadero maestro, píonero y estudioso del Arte Colonial Americano: el profesor Héctor Schenone. En la exposición, hay una vitrina a modo de homenaje, donde se encuentra "Ecce Homo" una pintura altoperuana realizada por Melchor Pérez de Holguín y que perteneció a la colección del Héctor Schenone, quien la adquirió en Buenos Aires al anticuario Andrés López durante la década del 40.

El sector dedicado a Argentina del siglo XIX, se amplió hasta el año 1910. "Acá se vuelve a poner en primer plano las primeras prácticas de las artes plásticas, sobre los primeros artistas que hubo en Argentina. Uno de los puntos destacados de esta salaes el comodato prolongado que tenemos con una obra muy emblemática de nuestra historia del arte que es El soldado de la guardia de Rosas, de Raymond Monvoisin, que está ubicado en un sitial principal de la sala", destaca directora artística.


(Máscara Lítica. Temprano: circa 0- 550 d. C. Piedra. Colección Guido Di Tella- Museo Nacional de Bellas Artes).

Las salas, ubicadas en Av. del Libertador 1473, en la Ciudad de Buenos Aires, están abiertas al público de martes a viernes, de 11 a 20 y sábados y domingos, de 10 a 20. La entrada es gratuita para argentinos y residentes en el país y tiene un costo de $200 (doscientos pesos) para visitantes extranjeros, valor que incluye el ingreso al Pabellón de exposiciones temporarias.

La remodelación de la planta baja del Museo y la reapertura de las salas dedicadas al arte de los antiguos pueblos del Noroeste Argentino y al arte colonial contó con elapoyo de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes y empresas patrocinares.

¿Cómo se divide la exposición?

La producción cerámica a través del tiempo
Basados en la recurrencia de determinados tipos y estilos cerámicos en los diversos estratos, los arqueólogos establecieron secuencias temporales y asignaron esas producciones a las diferentes culturas que se desarrollaron a lo largo de los siglos. Los modos de hacer imágenes y objetos, tanto a nivel iconográfico como técnico y plástico, atravesaron transformaciones que pueden responder a procesos que se dieron en el seno del grupo que tenía a su cargo la fabricación de objetos, del mismo modo que la continuidad de algunos estilos puede remitir a una herencia intercultural o a rescates posteriores. De igual manera, en un mismo valle y en una misma época, pueden coexistir variantes estilísticas que no representen culturas distintas, sino grupos de hacedores diferentes.

Corporizar el poder: textiles y metales
En el mundo andino, el textil y la metalurgia ocuparon un lugar privilegiado como tecnologías al servicio del poder. Saberes cosmogónicos, cosmológicos y tecnológicos se ponían en juego en la elaboración de bienes realizados por un grupo reducido, el de los hacedores especializados, para unos pocos, los líderes político-religiosos.

La piedra y los ancestros
La piedra posee una particular carga simbólica para las culturas andinas: remite a la montaña, el espacio donde se origina el agua y anidan los metales. Los objetos y esculturas, “suplicantes”, máscaras y hachas emblema realizados en piedra, son uno de los vehículos de encarnación de los ancestros, entidades sagradas que dan origen a la comunidad y a todas las formas de vida (humana, animal, vegetal y mineral).

Miniaturas y miniaturización
Miniaturas en diversas materialidades (metal, piedra, hueso, fibras, cerámica) han sido halladas en contextos ceremoniales y funerarios desde el período formativo hasta después de la conquista. Unas reproducen en menor escala objetos ceremoniales y votivos: urnas, pucos, “suplicantes”, figurinas antropomorfas, prendas de vestir. Otras se identifican como sillas, objetos-muebles fáciles de manipular (no necesariamente minúsculos), con forma de camélidos o de productos agrícolas, que aún en el presente son considerados agentes propiciadores de la fertilidad y la abundancia.