Cómo hizo el Centro Cultural Gabriela Mistral para aumentar su cantidad de visitantes
Cómo hizo el Centro Cultural Gabriela Mistral para aumentar su cantidad de visitantes

Cómo hizo el Centro Cultural Gabriela Mistral para aumentar su cantidad de visitantes

Pamela López Rodríguez, directora de Programación y Audiencias, contó la experiencia del centro chileno en un encuentro de Formación Gestión Cultural Pública

Ubicado en el corazón de Santiago de Chile, el Centro Cultural Gabriela Mistral –nombre que homenajea a la escritora chilena, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1945– se creó en 2010 con el objetivo de articular contenidos, cultura y experiencias, focalizándose en su acceso y en formar distintas audiencias. Entre todas sus actividades, el GAM pone su acento en las creaciones artísticas de teatro, danza, música clásica y popular, artes visuales y arte popular.

En casi 22 mil metros cuadrados, alberga diez salas para presentación y ensayo de teatro, danza y música; dos salones para seminarios; dos salas de artes visuales, un estudio de grabación y una biblioteca especializada en artes. Con un equipo de 76 trabajadores, el organismo demostró un incremento de visitantes de casi el doble entre 2011 y 2015, cuando alcanzó un promedio mensual de 115 mil visitas.

Pamela López Rodríguez, su directora de Programación y Audiencias, participó en Argentina de la primera edición de "Planificación y desafíos en la gestión de organizaciones culturales", un encuentro que forma parte del Programa de Formación en Gestión Cultural Pública del Ministerio de Cultura de la Nación. El encuentro tuvo como eje distintas cuestiones sobre cómo mejorar e intensificar estrategias de gestión en aquellos espacios de la cultura y las artes, el cual estuvo destinado a los 46 gestores de todas las provincias, seleccionados por el Programa y quienes llevarán a cabo sus propios proyectos culturales.

A partir de las exitosas experiencias del GAM, los presentes tomaron contacto con las herramientas implementadas por López Rodríguez y su equipo, para reflexionar y tal vez implementar nuevas ideas a sus planes comunitarios que desarrollarán en la Argentina.

El éxito del GAM

Si bien la planificación y la organización es un desafío para cualquier tipo de institución, en cuanto a sus dinámicas de gestión, tres de las claves que aseguraron el éxito del GAM fue apostar de forma insoslayable a la accesibilidad –entendida no solo desde su atención a personas discapacitadas, por ejemplo, sino también de forma simbólica y cognitiva: cómo potenciar el ingreso de las audiencias a las propuestas artísticas–, la diversidad de distintos públicos y la calidad de todas sus actividades culturales.

Entre aquellas políticas, las convocatorias son una fuente importante para el desarrollo de proyectos que hacen a la propia oferta de la institución, ya que la participación de los artistas de la comunidad –los principales aliados– genera una interrelación social, cultural y económica más que interesante a nivel nacional. Por otra parte, el posicionamiento de marketing, a través de un sitio web y las redes sociales, es otro de los temas en los que GAM hizo más hincapié, además del propio posicionamiento físico del Centro, en relación con el barrio de emplazamiento y la participación de sus vecinos: el incentivo y la invitación a que formen parte del organismo como lugar y punto de encuentro. La promoción y el trabajo con las escuelas e instituciones educativas también es otro de los fines de este Centro Cultural que, según las últimas encuestas, incrementaron la visita y participación de otro tipo de público.  

Experiencias argentinas

Pamela López Rodríguez compartió sus opiniones sobre los centros culturales de la Argentina; sus pros y contras; el rol de los gestores culturales, y qué cuestiones deben atender para llevar adelante, con éxito y eficacia, un organismo de cultura y artes en pos de más inclusión y servicio a la comunidad:

–¿Cómo ves la actualidad de los Centros Culturales argentinos?

–En este momento, estamos en una situación de internacionalización entre el Centro Cultural Gabriela Mistral y los centros culturales de Buenos Aires para buscar alianzas y redes de trabajo conjunto y colaborativo. Tuve reuniones en la Argentina con muchos espacios y de distinta naturaleza: el Centro Cultura Recoleta, CCK, el Konex y el Teatro Nacional Cervantes, entre otros. Estamos tratando de mapear una diversidad de espacios culturales para poder buscar distintos colaboradores. Y, dentro de todo lo que pude ver, me parecieron muy interesantes dos cuestiones. Una es la gran calidad artística que se realizan en cada uno de estos espacios. Es realmente impresionante, por ejemplo, el giro que tuvo el Cervantes, el trabajo que se lleva a cabo con el público que ha crecido y aumentado. Me gustó mucho también cómo se está desarrollando el proyecto del Centro Cultural Recoleta y cómo se está dinamizando un público más joven o cómo se está buscando a esas audiencias que tienen que ver con otro rango etario en miras a la construcción de un público futuro.

La otra cuestión tiene que ver con la diferencias en los modelos de gestión que se pueden observar aquí entre lo público, lo privado, lo independiente. En la Argentina está mucho más marcado, delimitado. En Chile, todo esos espacios son más mixtos, en relación con los formatos de funcionamiento. No necesariamente es mejor o peor, sino que son funcionamientos distintos.

–¿Qué ausencias observás en relación con la gestión de estos centros y qué se podría mejorar?

–Creo que lo que sigue en falta es un trabajo más profundo sobre las estrategias de precio. Me parece que hay una dicotomía muy fuerte y notoria. Por ejemplo, entre el CCK que es gratuito y los teatros privados de la Av. Corrientes que manejan diversos importes. Entonces, creo que hay una estructura de precios que no se ha trabajado en conjunto y eso podría alterar o segmentar al público que asiste a cada espacio. Hay un diálogo entre lo público y lo privado que falta consolidar para generar una estructura y un formato de trabajo común, en pos de una labor con el público y no de cara a ciertos intereses particulares.

–A partir de las charlas sobre formación cultural que estás proponiendo en tu recorrido por la Argentina, dirigida a aquellos que realizan tareas en distintos centros culturales, ¿podrías definir qué es un gestor cultural y qué perfil debería tener?

–Hoy en día, un gestor cultural se define de múltiples maneras, porque en el mundo de la cultura –y, sobre todo, en Latinoamérica– un gestor termina haciendo de todo. Sin embargo, básicamente, es un articulador de proyectos; es una persona que tiene que tener una visión y unas características que le permitan mapear y articular cómo levantar proyectos y formularlos para su ejecución correcta. Eso tiene que ver con la ventaja que tiene el gestor cultural: su visión holística de las cosas. No necesariamente tiene que ser especialista en un solo tema, sino que debe tener una visión sobre todo lo que implica llevar adelante cada proyecto cultural.

Hay ciertos debates en cuanto a qué características debería tener un gestor cultural, porque muchos piensan que este debería ser un artista por una cuestión de cercanía en cuanto al lenguaje artístico. No creo que tenga que ser así. Hoy, el rol de la gestión cultural tiene un campo formativo mucho más claro, profesionalizado, ejercido por distintos perfiles y disciplinas que enriquecen esa mirada del gestor cultural. Hay gente que viene de las humanidades, sociólogos y periodistas, por ejemplo.

–Para quienes se están formando en la gestión cultural, ¿qué consejos deberían tener presentes?

–Lo primero es escuchar. El rol del gestor cultural es escuchar y estar en sintonía con lo que sucede en el entorno. Hay que prestar atención a los públicos, a las audiencias. Lo que no significa responder siempre a las demandas, pero sí estar atentos.

También ser persistentes y disciplinados porque el mundo de la cultura, a veces, es muy duro: tiene sus altos y bajos. Entonces, es muy fácil abandonar en el camino. 

Y otra cuestión muy importante es la flexibilidad. Hay que recordar que la cultura es un campo dinámico. Por eso hay que mantener una postura siempre flexible, porque cuando uno maneja marcos muy esquematizados es muy difícil avanzar en ciertos tipos de proyectos. En la cultura se abordan proyectos que son móviles y flexibles, y hay que tenerlo presente.