5 experiencias de gestores culturales argentinos

Referentes de organizaciones sociales comparten sus proyectos y estrategias para construir audiencias y público
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Como parte de las actividades del Encuentro Iberoamericano sobre desarrollo de públicos, audiencias y comunidades (PAC) –que se llevó a cabo en el Centro Cultural Recoleta, el 15 y 16 de agosto–, referentes de la gestión cultural de distintas provincias de la Argentina expusieron diversas estrategias, proyectos, ciclos y actividades que realizan todos los días para construir lazos culturales y ciudadanos cada vez más profundos.

Sin embargo, hacia donde más apuntan cada uno de quienes se pusieron al hombro ayudar y dar, cada vez más, es a desarrollar una intensa hermandad entre las comunidades, para que se apropien de lo que ya es de ellos. Desde ferias de libros, concursos y talleres, hasta donación de ropa y alimentos, y bibliotecas rodantes, estos gestores culturales transforman no solo los conceptos de públicos y audiencias, sino también –y no pocas veces– la vida de quienes se acercan a participar de la oferta y programación que proponen.

  1. Centro Cultural Alternativo (CECUAL)
    El Cecual está pensado como punto de encuentro vecindario en la ciudad de Resistencia (Chaco) y su programación se organizan desde una dirección más transversal que vertical. A través de las actividades, se intenta generar una participación de la comunidad para que se apropien de ese espacio, y así transformar públicos con autonomía, con diálogos que lleven a experiencias culturales y ciudadanas compartidas; resolución de conflictos, etc. Apuesta a la apropiación de ese espacio de participación que, además, da cuenta de su geografía, historia e identidad. Por ejemplo, a través de una arquitectura simple y colorida  –con su patio de plantas y algún que otro árbol centenario– favorece las relaciones entre artistas y públicos, como si se trata del jardín de cualquier vecino. Este espacio ameno, inclusivo y abierto multiplica los encuentros. Algunos de los ciclos que se llevan a cabo es “Me suena familiar”, donde músicos con sus familias comparten su arte como un gran capital afectivo. Este es un caso concreto de cómo se lleva adelante la gestión de públicos, desde una perspectiva más profunda: pensar los contenidos en términos de generar también comunidades.
  2. Centro Cultural de la Ciencia
    Con su lema “Ciencia es cultura”, algunas de las cuestiones que lleva a delante este Centro Cultural, para generar públicos y audiencias –orientados siempre a la comunidad– es, primero, instalar un nombre. En este caso, “C3”, ya que hace referencia a su nombre completo. El Centro Cultural de la Ciencia apuesta fuertemente al público joven; quizá, el menos concurrente por cierto imaginario colectivo que rodea las ciencias exactas: duras e inaccesibles. Es por ello que el C3 organiza sus actividades desde sus tres ejes principales: ciencia, cultura y vida cotidiana. Por medio del cruce de lenguajes, abarcan una variada programación, donde teatro, artes, espectáculos y actividades infantiles, entre otras, atraviesan cuestiones científicas con la intención de acercar y explorar las propuestas de aquellas interesantes ciencias. Otros de los puntos fuertes de su programación es el trabajo junto con escuelas, cuyo énfasis no solo está puesto en las visitas guiadas para alumnos; sino, sobre todo, la interacción con los docentes.

  3. Plataforma Lodo
    Se trata de una plataforma de intercambio, producción y circulación de artes escénicas contemporáneas que opera en Latinoamérica desde 2014, con base en Buenos Aires. Se propone construir una red de artistas, gestores, instituciones, fondos públicos y privados que fortalezca el desarrollo de proyectos emergentes de danza, teatro, performance y diferentes movimientos de las artes escénicas. La idea principal es que los artistas trabajen en un mejor contexto unificado, con posibilidades de desarrollo. Para ello, se crearon festivales anuales con convocatoria abierta; residencias de creación, a través de un gran diálogo entre vecinos latinoamericanos; estimulación artística con jornadas de talleres y conferencias; premios para continuar proyectos con instituciones públicas y privadas, entre otras actividades. Con esta amplia programación, Plataforma Lodo tiene la misión de formar una comunidad abierta y móvil entre artistas, y producir así lazos y conversatorios que funcionen como grandes disparadores de proyectos.

  4. Grupo de gestión “Catorce almas”
    La gestión cultural de Fernando Ríos Kissner, junto con otros colaboradores, fue una de las más destacadas de los últimos años. Desde una matriz gastronómica –eje principal de sus actividades–, logró transformar un espacio en San Miguel de Tucumán en un gran movimiento sociocultural que recorre los barrios. Miles de vecinos aportan todos los materiales para llevar a cabo programaciones espontáneas. La palabra clave: donación. Libros, ropa, alimentos, materiales de construcción, intervenciones artísticas y dinero, entre otros, fueron el gran aporte de los vecinos para poner en circulación todo lo que proveían para su comunidad cultural. Una de las actividades más destacas es “heladera social”: los sobrantes de alimentos de los restaurantes son entregados al sector más vulnerable de Tucumán. Otras de las propuestas: Libroteca, una biblioteca rodantes; Perchero social, ropa para donar; Crisálida, clases de lectura y escritura para chicas trans no alfabetizadas.

  5. Bellos Jueves
    Se trata del proyecto que se realizó en el Museo Nacional de Bellas Artes, entre 2014 y 2015. La iniciativa estuvo dirigida, sobre todo, para atraer la atención del público que menos visitaba el Museo: adolescentes y jóvenes. Entonces, ocho artistas se presentaban cada jueves para se llevar a cabo intervenciones musicales; proyección de obras contemporáneas –rompiendo el relato curatorial del patrimonio permanente del Museo–, y diferentes tipos de visitas guiadas: todo desde una perspectiva más alejada de lo institucional y de las posturas o relatos de las instituciones decimonónicas. Así, por ejemplo, se realizaban espectáculos de música rap, en la sala de arte del siglo XIX; luego, aprovechaban el gran espacio de la terraza como otro gran punto de encuentro entre los jóvenes.