Así es la fiesta salteña que se festeja a 4000 metros de altura
Así es la fiesta salteña que se festeja a 4000 metros de altura

Así es la fiesta salteña que se festeja a 4000 metros de altura

Festejar, el programa que apoya a las fiestas populares de todo el país, estuvo en la Feria Ganadera de la Llama de Pastos Grandes

Para llegar a Pastos Grandes es necesario recorrer 60 kilómetros desde San Antonio de los Cobres por una ruta de ripio que sorprende son paisajes imponentes y majestuosos, habitados desde tiempos inmemoriales por los ancestros de sus actuales pobladores.

Hace más de un siglo, el poeta francés Paul Eluard escribió: "Hay otros mundos, pero están en este". La idea describe con exactitud lo que siente el visitante cuando llega a Santa Rosa de los Pastos Grandes, un pueblo de 280 habitantes en plena Puna Salteña, a casi 4 mil metros sobre el nivel del mar.

Ahí se realizó la IV Feria Ganadera “El futuro me llama”, el evento que reúne cada año a los criadores de llamas de toda la región, familias enteras que viven en distintos parajes, cuya economía y forma de vida gira en torno a la cría de estos camélidos de figura elegante, fuertes y de buen carácter. La llama aporta a sus criadores su fuerza como animal de carga, su lana y su carne, que se consume fresca o como charqui, después de un proceso de salado que permite conservarla durante mucho tiempo manteniendo su capacidad nutritiva.

Los veinte expositores que llevaron a la feria sus mejores ejemplares pusieron sus expectativas en obtener alguno de los premios o menciones otorgados por un jurado integrado por profesionales expertos del INTA de Salta y Jujuy, que evaluaron varios aspectos de los animales, como la cantidad y largo del pelaje, la coloración, la finura de la fibra, el porte de los animales y la calidad genética. Los técnicos vienen trabajando con los criadores desde hace algunos años para mejorar la calidad de los rebaños y apuntalar esta actividad, que es uno de los sostenes de la economía de la Puna.

La jornada comenzó con la tradicional ceremonia del convido a la Pachamama, un ritual ancestral destinado a agradecer a la Madre Tierra, solicitar su permiso para realizar las actividades, y pedir salud y prosperidad para la comunidad. Después se realizó la apertura oficial de la Feria, con el izamiento de las banderas argentina, salteña y la wiphala, emblema de los pueblos originarios de América.

Durante todo el día los visitantes pudieron degustar la gastronomía típica de la región, entre las que sobresalen la carne de llama, tanto asada como en charqui, la quinoa en diversas presentaciones y el anchi, un postre tradicional salteño a base de sémola de maiz, pasas de uva y durazno.

También hubo exposición y venta de artesanías, hierbas aromáticas de la zona y hasta sal de los grandes salares ubicados a pocos kilómetros del pueblo. Los visitantes, entre los que se encontraban algunos turistas extranjeros, pudieron acceder a estos productos directamente de la mano de sus creadores, en un intercambio cultural rico y mutuamente favorable.

La diversión tuvo su espacio en los concursos de lanzamiento de piedra con honda, que fue ganado por una mujer de avanzada edad, que demostró tener más destreza y puntería que varones jóvenes que intentaron disputarle el premio. El concurso de sinchada, el clásico juego de fuerza con una cuerda, fue uno de los momentos más divertidos y participativos de la tarde.

Al cierre llegó el esperado momento de la premiación, en el que se reconoció a los mejores ejemplares en las categorías hembra, macho, maltón y gran campeón. También se entregaron premios al mejor asado de llama, empanada, charqui, anchi y otras especialidades de la gastronomía puneña.

Organizar un evento de este tipo es una tarea difícil en cualquier circunstancia, pero hacerlo en un alejado pueblo de la Puna a 4 mil metros de altura significa un un desafío extra. Una de las principales impulsoras de la Feria Ganadera es Azucena Salva, responsable de la Secretaría de Cultura y Turismo de San Antonio de los Cobres. Ella viene trabajando en la realización de la feria desde la primera edición, hace cuatro año. “Empezamos con algo muy chiquito, con unos pocos expositores y fuimos creciendo de a poco”, explica Azucena y agrega que en estos años se logró mejorar la calidad de los rebaños y el manejo que los productores hacen de los animales, con mejores prácticas a partir de la intervención de técnicos y veterinarios del INTA de Salta y Jujuy.

Festejar en la Puna

Por la noche llegó el momento de la música en el patio interno de la Escuela Albergue N° 4565, la única de Pastos Grandes. Primero cantaron las copleras de la región, que desplegaron la poesía y el ritmo que brota de estas altas tierras norteñas. Después fue el turno de Jacinta Condorí, que llegó al festival como parte de la asistencia artística del Programa Festejar. Jacinta es una joven cantante emergente oriuda de Cafayate, que desplegó su arte y su carisma frente a los más de trescientos pobladores que disfrutaron los conciertos. “Me llevo de Pastos Grandes su aire puro, su paisaje y la calidez de su gente; estar acá fue lo mejor que me pasó en lo que va del año”, dijo Jacinta tras el bajar del escenario.

Luego llegó el momento de Facundo Gimenez, un joven cantante y compositor que vino desde Longchamps, en el sur del Gran Buenos Aires, también gracias al Programa Festejar. Facundo desplegó un show potente, recorriendo distintos estilos de nuestra música tradicional con un sonido fresco y actual.

El cierre fue soñado. Bruno Arias, el cantante jujeño que ya es una figura de proyección nacional, es un ídolo entre el público del norte argentino. Su llegada revolucionó a los pobladores, que hicieron cola para sacarse una foto o conversar con él. “Uno viene acá a aprender de su cultura, de su tierra y de su gente. Es un intercambio constante; el paisaje, los sonidos, los silencios, las grandes piedras que a veces están calientes por el sol a pasar del frío, el viento, los colores, son imágenes que aparecen a la hora de hacer música. No es lo mismo cantar una canción después de haber conocido la Puna”, reflexionó Bruno.  

Cuando salió al escenario el público saltó de sus asientos y explotó el baile, convirtiendo el patio de la escuela en una fiesta que los pobladores no olvidarán fácilmente. Muchos de ellos nunca habían tenido la posibilidad de ver un espectáculo en vivo, y que el primero sea con Bruno Arias no podía ser mejor. Algunas chicas subían al escenario para pararse al lado de su ídolo mientras sus amigas le sacaban fotos, llevándose un beso en la mejilla de regalo. Así fue el show, en el que Bruno además de cantar sus canciones más conocidas se dio tiempo de parar la pelota y hacer música para disfrutar en calma, y volver después a levantar el ritmo y sacar a todos a la pista otra vez, demostrando un gran manejo de los climas y los tiempos.

“Programas como Festejar son importantes porque aportan a la cultura y le dan a familias que no pueden ir a festivales la posibilidad de ver artistas nacionales en su propio pueblo. Poder darle alegría a la gente a través de mi música y de este programa no tiene precio”, dijo Bruno Arias antes de dejar Pastos Grandes con la firme convicción de concretar un viejo proyecto: recorrer con su música todas las escuelas de la Puna Argentina.